Capítulo 9

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Clarke pov:

La torre de Polis invade nuestra vista. Anya me había hablado de ella, sin embargo es más grande de lo que esperaba. Incluso aún a varios kilómetros de distancia, destaca en el paisaje. El silencio de la cabalgata me inquieta. Me da tiempo para pensar. Algo que no deseo. No quiero perderme en mis pensamientos y rememorar una y otra vez como los asesine. Como la radiación invadía el lugar, sus cuerpos se llenaban de manchas rojas y se retorcían de dolor.

Anya de vez en cuando me lanza una mirada que deja en claro que sabe lo que estoy pensando. No importa cuanto me lo repita, la culpa siempre vuelve de alguna u otra forma. No he dormido desde que desperté en mi tienda ayer por la mañana. Temo que mis demonios invadan mis sueños y me acechen en lugares de los que no puedo escapar.

Me estremezco. Decido volcar mi atención a otra parte. A algo útil. Según Anya me ha dicho, en unos días se llevará a cabo una celebración por la derrota de la montaña. Se esperará unos días para que los líderes de los clanes puedan asistir. Allí, me inclinaré ante Heda, demostrando mi lealtad a ella. Y que tiene control sobre mí. Le estoy otorgando demasiado sin nada a cambio. Bueno, al menos por ahora. En este momento no hay nada que desee. Y lo que si hago, siquiera Heda puede conseguirlo.

Soy sacada de mi ensimismamiento ante el bullicio que aguarda tras los muros protectores de la ciudad. La gente se vuelve hacia nosotros, coreando Heda y Wanheda. La bilis sube por mi garganta. Estas personas aclaman que haya masacrado un pueblo. Me hace sentir enferma. Niños, adultos y ancianos se aglomeran para ver en primera fila como Wanheda desfila por las calles de Polis.

Mantengo una expresión seria, intimidando a más de uno. Anya me aplico un diseño con pintura negra de guerra. Diseño el cual será conocido como el de la legendaria comandante de la muerte. Siento asco por mi misma. Repulsión es el primer adjetivo que viene a mi mente si me preguntaran que pienso de Wanheda. Pero debo acostumbrarme. Lo quiera o no, esto es lo que soy ahora. La gente y la historia me recordaran como tal.

Se sienten años hasta que llegamos a la torre. Desmonto y Anya me hace señas para que la siga. Ella conoce Polis, ya ha estado aquí. Me guía por las bulliciosas calles de la capital. Luego de varios giros, tomamos un camino que sale de la ciudad. Caminamos unos kilómetros, llegando a unos extensos campos de entrenamiento. El hermoso bosque verde lo rodea todo. Se para en medio de la arena, mirándome con una sonrisa traviesa.

-¿Por qué estamos aquí?

-Liberar tensión.- Responde simplemente.- Lo necesitas. Normalmente lo recomendaría hacer con otra actividad física......

-¡Anya!- Grito histérica por su cara sugestiva.

Carcajea.- Eso pensé. Entrenar será igual de efectivo. Ademas, la gran Wanheda necesita ser una buena guerrera si desea que no la vean como alguien débil.

-Que va. No tengo nada mejor que hacer.- Me encojo de hombros.

Sonríe y lanza el primer ataque.

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Mi pecho sube y baja rápidamente. Acostada en el suelo, observo como el cielo cambia de color con la puesta del sol. Escucho la igual de acelerada respiración de Anya a mi lado. Hemos luchado por horas, perdiendo la cuenta de cuantas. Estamos cubiertas de sudor, barro y sangre de los pequeños cortes que nos hicimos. Mañana me saldrán una buena cantidad de moretones.

-¿Cuánto llevamos?- Pregunta sin aliento.

-Cincuenta y siete a cincuenta y seis. ¡Ja, he ganado!- Si tuviera energía suficiente me levantaría y bailaría, pero me mantengo desplomada en el suelo.

Débil por ti - ClexaWhere stories live. Discover now