Pastelería: Dulzura Inmortal | Parte 2

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Aquel día, como todo domingo, Francisco se levantó temprano, se duchó, preparó el desayuno para él y sus hermanas, para luego disponerse a abrir la tienda de pasteles en el primer piso de su casa. Su hermana Catalina junto a María prepararían el almuerzo.

El día apenas comenzaba, todavía faltaba un par de horas para la merienda, el brillo del sol resplandecía fuera del lugar al punto de traslucir a través de las grandes ventanas del local, mientras que una suave melodía resonaba en la tienda para mantener la calidez y bienvenida hacia sus clientes.

Él había tomado la escoba a fin de empezar a barrer y ordenar su local, cuando de repente, al estar perdido en sus pensamientos, su mirada notó un conocido rostro moreno, tan lindo y hermoso que casi parecía un ángel.

Su ropa no era la formal que siempre llevaba en su trabajo, más bien ésta era casual. Su cabello parecía un poco desordenado que a su vez le hacía lucir adorable. Podría ser el ser más magnífico de la historia, su alma se sentía cómoda y tan enamorada de esa persona, lo único que podía distinguirlo de un ser celestial era su semblante serio y su mirada monótona la cual nunca cambiaba.

Mientras se perdía en las características del muchacho, Francisco no hizo nada más que quedarse admirando su belleza de una manera embelesada. Cuando notó que efectivamente era Miguel quien estaba fuera de su tienda, y no era una ilusión como pensaba; rápidamente soltó el palo de escoba en su mano y salió a paso veloz del local para presentarse al más bajo.

Muy por el contrario de lo que pensó que sería su reacción al verlo, Miguel no objetó nada, aceptando con ello pasar el rato con él.

El corazón de Francisco se expandió de felicidad, el cuál demostró con una gran sonrisa de oreja a oreja. Ciertamente por más que aquel sorceri le tratara de alejar, Francisco sabía que rendirse no era una de sus opciones. Y al parecer estaba funcionando. Por lo menos poco a poco.

—Bueno, no sabes cuánto gusto me da que por fin hayas pasado por mi pastelería

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—Bueno, no sabes cuánto gusto me da que por fin hayas pasado por mi pastelería. —empezó diciendo el joven mortal llevando consigo a un callado Miguel de los hombros— No es que diga que pensaba que nunca me visitarías... —lo llevó hasta una mesa cercana a la recepción— sino más bien... uhm, bueno, mejor toma asiento, ¿sí?

¿Cómo era posible? En verdad Francisco estaba muy nervioso. Por primera vez en mucho tiempo no recibía respuestas tajantes y hostiles, era casi increíble la situación en la que se encontraba ahora.

El profesor sin asentir o mencionar palabra hizo lo que se le indicó. De una manera elegante tomó asiento dando una mirada por los alrededores.

El joven Burgos sentía que de alguna manera lo estaba inspeccionando.

¿Le parecía muy sosa la decoración? ¿La melodía del fondo no le agradaba? ¿Quizás se arrepentía de haber venido?

Muchas preguntas rondaron por su mente al punto de hacerlo sudar por su palmas.

Egoísmo [AU] | EcuPerWhere stories live. Discover now