El rey de la protección: pasado

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Ambas criaturas inmortales yacían a horas del atardecer sentados en el césped colindante a los campos de cultivo del palacio.

Francisco de inmediato notó aquel cesto de frutos que estaban al costado de Miguel, y fue así que la primera pregunta se formuló en su mente.

—¿Todos los días sales a recolectar?—Dijo mientras se acomodada apropiadamente sobre el suelo.

El menor que en un primer momento todavía tenía algo de timidez, sin mirar directamente al rostro ajeno, negó con su cabeza.

—Solo algunas veces. —Empezó con la vista sobre el pequeño animal en sus piernas.—En realidad somos muchos quienes recolectamos frutas, verduras, entre otras plantas. Otros muchos se dedican exclusivamente a sembrar aquellos productos; y así sucesivamente hay muchos más sorceris con actividades exclusivas. Ayer fue una suerte que solo encontraras a este humilde servidor.

El noble escuchaba atento a la explicación, e inmediatamente surgieron otras preguntas.

—Me dices que eres recolector, ¿y el resto de tu familia? ¿tu madre y padre también son recolectores o se dedican a otro rubro específico?

Sin despegar la vista del pequeño conejo, por un instante el menor dejó de acariciar al roedor. Ligeramente volvió a negar.

—Yo...yo no tengo familia.—Dijo en un susurro.

En completa duda, el mayor siguió insistiendo.

—Pero... todo el mundo al menos tiene a sus padres. De alguna manera así es como pueden tener hijos, o por lo menos así fui instruido.

Miguel volvió a negar.

—Yo no. Así me dijeron. No me explicaron nada más.

En una repentina comprensión, Francisco dejó de insistir. Él no sabía exactamente qué había pasado con los padres de Miguel, pero si era algo que no se le podía explicar a un niño de alrededor de 10 años, el joven heredero no tenía por qué tentar su suerte.

Miguel alzó la mirada ante el silencio de su compañero y le tendió una gentil sonrisa.

—No te preocupes, tengo a alguien que me tiene a su cuidado, ella me enseñó todo lo que sé hoy en día. La considero como si fuera de mi familia.

Al oír la explicación del menor, Francisco tuvo un rayo de emoción.

—¿Enseñar? ¿También te instruyen? ¿Qué es lo que te han enseñado? —Dijo rápidamente.—Yo también tengo un maestro que siempre me brinda su conocimiento sobre cuentas, historia de los inmortales, moral y ética, entre otros temas.

El corazón de Miguel se alegró por la repentina emoción de su amigo fey, pero volvió a negar.

—No así, más bien, qué frutos y plantas debo recolectar. A ser obediente y respetuoso con mis superiores fey. No, de hecho con todos los inmortales fey.

Francisco asintió con comprensión.

—Ya veo. —Guardó silencio por unos instantes.—Entonces es así el porqué eres tímido y respetuoso en todo momento.

—Quizás.—Afirmó el menor desviando a un lado su mirada. Al notar esto, Francisco volvió a hablar.

—Sé que el respeto y la obediencia son buenos, pero no por eso deberías ser demasiado cohibido conmigo.—Empezó con delicadeza.—Como ya hemos acordado, somos amigos, y a pesar de que sucediere cualquier cosa, no serías castigado por mí ni por mi familia.

Egoísmo [AU] | EcuPerWhere stories live. Discover now