Unión matrimonial

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Muchos hechiceros nuevos empezaron a trabajar desde hace poco en la cocina imperial; de entre los antiguos, algunos se quedaban a seguir sirviendo a la nobleza, y otros, optaban por transferirse al área de limpieza de la armada real o áreas comunitarias del pueblo feodal.

Un rebosante joven lleno de alegría expresada con su característica sonrisa en su rostro, a sus 30 primaveras era quien instruía a los novatos, enseñándoles de igual manera las recetas que constantemente él creaba.

En las mañanas ayudaba en la cocina y almorzaba junto a sus compañeros sorceri; en las tardes, o por lo menos en la mayoría, se reunía con su pareja destinada, que casualmente era el heredero del reino Livádi. En esos últimos meses, su querido fey se ocupaba con mayor frecuencia debido a sus enseñanzas en relación a que se aproximaba el tiempo para poder reemplazar a su padre. Muy pronto tomaría el mando de los pueblos fey y sorceri a fin de convertirlos en uno unificado para mejor. Miguel no podía estar más orgulloso de Francisco; razón por el cual a cada conversación surgida con sus iguales, de alguna manera siempre terminaba alabando el gobierno actual.

La puerta sonó. Todos se sumieron en un completo silencio. Miguel giró su rostro, y delante de todos se encontraba una de las máximas autoridades del reino; la emperatriz feodal. La madre de Francisco saludó con la mano alzada a los presentes para finalizar posando su clara mirada en él.

—Sorceri Miguel, ¿Tienes un tiempo para hablar conmigo?

Todos a su alrededor giraron a verlo con la mirada absorta instándole a aceptar de inmediato. La emperatriz feodal en persona había decidido buscarlo. Si ese no era un asunto de urgencia, entonces no sabía que era.

—Claro. —se inclinó levemente, después dejó sus manteles y utensilios de lado.

Miguel ciertamente con la única persona de la familia imperial que había conversado era con Francisco. Ahora, mientras caminaba detrás de la madre feodal, resultó que un poco de su timidez inicial todavía perduraba en él.

La emperatriz lo había llevado hasta uno de los salones fuera del palacio; cortésmente le invitó a pasar y sentarse, y con un asentimiento él obedeció. En todo el trayecto no dijo nada, debía siempre esperar el permiso o que la persona noble en cuestión le indicase.

—Miguel...—el mencionado se enderezó en su asiento. — Primero que nada, quería decir que conozco la relación afectiva que tienes con mi hijo.

El menor tembló por la revelación; hasta ahora nunca se había puesto a pensar en las reacciones de los padres de Francisco y del pueblo en general sobre dicha información. 

—Yo... —ella tomó su mano.

—Tranquilo, no he venido a reprocharos nada.—seguramente sintió el temblor en sus manos y de allí el motivo porque la tomó.

Miguel asintió levemente con su cabeza ya más tranquilo. La mujer de cabello castaño suspiró.

—Esta mañana, bueno creo que incluso ahora, nuestro emperador con mi amado hijo están teniendo una fuerte discusión. —Miguel asustado levantó la mirada hacia el rostro ajeno— No te preocupes, ambos están bien, no es más que una charla poco amistosa.

—Él...

—Mi señor ha estado realizando viajes y alianzas con distintos pueblos. Hace poco, tuvimos una reunión con el reino "Sillian" de los fae [1], su primogénita está por cumplir sus 20 primaveras. —el sorceri escuchaba atento con una extrañeza en su mirada— Después de largas conversaciones, y a favor de la unión de ambos pueblos, hemos decidido unir en matrimonio a nuestros dos primogénitos. —por un instante el menor dejó de respirar ante la noticia— Esto no es algo fuera de lo común. Siempre se han formado alianzas en base de acuerdos prenupciales; es más, una de las condiciones para que Francisco ascienda como emperador es que contraiga  matrimonio.

Egoísmo [AU] | EcuPerWhere stories live. Discover now