Poder de la Memoria

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Echado en el césped con algunas flores, arbustos, y otros tipos de plantas a su alrededor; empezó a acariciarlas ejerciendo su poder de protección como lo hacía cada día. Desde que descubrió con Francisco su poder especial como hechicero, practicaba las veces que se despojaba de su collar de anulación; en la actualidad, desde que empezó a vivir en la casa imperial, nunca llevaba puesto ese artefacto, y por tanto, llegó a perfeccionar su protección al punto de formar barreras a una persona, pero no más. Antes creía que podía proteger ejércitos enteros, al reino por completo con una gran barrera alrededor, pero se equivocó.

Tocando con sus manos un pétalo de rosa, percibió con su poder que existía una presencia no protegida por el bosque, de hecho la sintió muy mal herida, al punto de la muerte. Se levantó de su lugar buscando dicha presencia; tenía miedo de que fuera un pequeño animalito, se suponía que lo único que hacía siempre era proteger a toda especie de ese bosque; sin embargo, un descuido como ese, solo confirmaría su inutilidad incluso en lo que creía que hacía bien.

Caminó hasta llegar a un arroyo en los límites de las áreas reales con el pueblo de Livádi. En la orilla de ese río se encontraba una persona completamente inconsciente. Miguel, corrió como pudo para atenderlo.

Al llegar con ese joven, se dio cuenta que portaba la vestimenta y el collar de todo sorceri del pueblo fey. Sus extremidades, rostro y restante piel expuesta relucían de constantes equimosis [1] y contusiones. Los restos de sangre no lavados por el agua se impregnaban en la cabeza del aparente sorceri, y el color corporal bordeaba entre uno normal y uno azulado.

—¿Sigue vivo?—se arrodilló y toco ligeramente su cabeza con sus dedos.

Al realizar ese mínimo contacto, un sinfín de recuerdos ajenos a los suyos allanaron su mente, espantándolo y haciéndole alejarse de inmediato como si de una peste se tratara.

La mirada dorada se turbó con todos esos recuerdos acorralándolo, eran horribles y desgarradores para tan solo un niño con 18 primaveras.

El joven inconsciente era un humano. Un humano que desde una temprana edad quedó a la deriva abandonado entre el límite entre el pueblo Livádi y los pueblos de humanos mortales. Unos amables sorceris lo encontraron y criaron como si fuera su propio hijo; ellos lo escondieron de todos a sabiendas que los humanos estaban prohibidos en ese lugar.

El menor creció como un sorceri, incluso llevaba puesto, desde muy pequeño, el collar de anulación de poderes; fue un pueblerino como sus padres, ayudándoles en sus negocios de compra de alimentos. Años después, una nueva integrante se unió a su familia; en total se conformaba por los padres sorceris y sus dos hijos "Cadeon" y "Anya".

Hace unos días, los soldados fey se enteraron de la traición al gobierno por parte de esa familia; llegaron a sus oídos que ocultaban a humanos entre ellos; y hasta ahora, éstos estaban prohibidos con pena de muerte. Un día, específicamente ayer, los guerreros fey irrumpieron la casa de los campesinos, y sin previo aviso dieron muerte instantánea al padre de familia. La madre con sus niños en brazos tuvieron frente a sus ojos el modo en cómo cortaron la cabeza del sorceri mayor. La sangre todavía seguía brotando de su carótida.

Los restantes de la familia corrieron por sus vidas lejos de su casa en la oscuridad de la noche. No obstante, no harían mucho. Si bien eran hechiceros, sus poderes estaban anulados con el collar entre sus cuellos. La madre, ordenó a Cadeon y a la pequeña Anya que corrieran lo más rápido posible sin confiar en los fey. Ese fue su despida con ellos; no había tiempo para un beso o palabras de cariño. Ella se quedó para despistar a los soldados y ganar tiempo para sus hijos. También murió con la separación de su cabeza y cuerpo.

Egoísmo [AU] | EcuPerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora