again

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El último curso que nos quedaba en el colegio terminó rápido, antes de poder creerlo, ya estábamos en el instituto. Según yo, nada cambiaría, seguiría jugando al fútbol, que era lo que más me importaba, pero me equivoqué. Es más, después de salir de aquella casa de la familia de "los demonios blancos", no volví a ver a esa chica y los rumores empezaron a circular. No me importaba lo más mínimo, pero al parecer, a mi madre sí le afectó bastante, ya que conoció a la madre de Hayami. Su madre murió por cáncer de piel, debido a su singular condición y al parecer se mudó con su padre a la ciudad.

Me dio algo de pena, pero tampoco éramos amigos como para pararme a pensar tanto en ello. Lo que sí cambiaría mi vida, fue la entrada de mi cuerpo en la pubertad y me di cuenta sólo en el primer día de secundaria. En el pueblo había varios colegios, pero sólo un instituto en el que también se impartía la preparatoria, así que todos terminaban allí. Jamás me fijé en las chicas, ya que ninguna me llamó la atención en mi pequeña escuela, crecí con ellas y sólo las veía como compañeras, pero esas caras nuevas me hacían delirar. Mis amigos también empezaban a hablar de esas cosas y yo no era alguien diferente. Aunque en mi caso, mucho antes que cualquier relación, estaba el fútbol, quería entrar en el equipo lo antes posible.

En las pruebas de inicio fue donde la conocí. Al parecer era estudiante de intercambio, se quedaría unos cuantos años y nada más llegar, había creado un club de animadoras. Carla Jhensen, piel morena, pelo rosado y ojos verdes, una chica americana alegre pero arrogante. Hacíamos las pruebas en el mismo campo y no nos dejamos de mirar en todo ese tiempo, ella lo hacía juguetona y simplemente no sabía cómo reaccionar a eso, así que, le sonreía de lado. Al parecer eso era lo que se llamaba coquetear, según mis amigos, yo no estaba muy seguro, hasta que pasó lo que pasó.

Una semana después de miradas intensas en los entrenamientos, ya que ella me venía a ver, por nuestros horarios incompatibles, hubo una vez, que me esperó fuera del vestuario y sin preguntarme siquiera mi nombre, me besó. Fue algo raro, al menos me lo pareció en ese momento, no sabía mucho de chicas, ni relaciones, así que llegó un momento en el que eso lo encontré normal. Después de aquello, empezamos a salir y nos convertimos en una de las parejas más famosas del pueblo. Todo el mundo nos admiraba, todo el mundo quería ser uno de nosotros y tener una relación así, pero la verdad es que yo sólo veía a Carla en el instituto y cuando nos liábamos en los baños de éste. Después de nuestro primer beso, no acudió más a mis entrenamientos, siempre decía que estaba ocupada con las animadoras. Tampoco me importaba, como dije antes, no sabía nada de la vida en general y creí que eso era lo normal.

Era un lunes de Junio normal, ya empezaba a hacer calor en el ambiente y el horario de entrenamiento cambió a algo más tarde, para coger las horas más frescas de la tarde. Eran las 7pm y ya habíamos terminado, pero siempre me quedaba con algunos chicos para seguir jugando. El cielo estaba anaranjado, me tumbé en la hierba para recuperar mi respiración y poder observar como el viento movía las pocas nubes que había. No más me acomodé y mi móvil empezó a sonar. Bufé y me levanté despacio para contestar.

- ¿Dónde estás? ¿No vendrás?- se escuchó una voz femenina bastante aguda por el otro lado de la línea telefónica. Yo suspiré.

- Ya te dije que hoy no podía.- secaba el sudor de mi frente con la parte inferior de mi camiseta.

- Nunca puedes, Oli. Quiero verte aquí hoy...- sonaba como un cachorrito en busca de caricias.

- La semana pasada fui, Carla, este viernes tengo partido, necesitamos ganar para entrar a la liga escolar nacional, no puedo dejar de entrenar...

- Bueno, si no quieres verme no hace falta que pongas tantas escusas.

- Ya sabes que eso no es así. Me pasaré un rato mañana, te lo prometo, ¿sí?

- Vale, pero un rato no, hace mucho que no lo hacemos...

- Está bien, como quieras.- sonreí leve.

- ¡Vale! ¡Te quiero, adiós!

- Yo también...- no pude terminar, ya que colgó. Suspiré mientras bloqueaba la pantalla del aparato.

- ¿Otra vez la estúpida de tu novia?- Aki, el capitán del equipo me sonreía gracioso.

- Cállate, calvo. No es estúpida.- el chico era pelado y rubio, tenía fama de ser algo violento, pero la verdad es que era bastante manso.

- Cierto, el estúpido eres tú por estar con alguien así, esas chicas no valen más que para relaciones de unas semanas, demasiado estás durando.- Aki era dos años mayor que yo, pero había repetido de curso exactamente esas dos veces.

- ¿No tienes algún trabajo a medio tiempo al que llegas tarde, Aki?- le sonreí de lado, contraatacándole.

- Seguramente, pero tú como faltes o llegues tarde al entrenamiento de mañana, no serás titular el viernes.

- ¡¿Eh?!- arrugué mi cara.

- Como veas, o un polvo de cinco minutos con tu novia tóxica o un campeonato nacional que puede abrirte las puertas a una carrera profesional.- decía mientras se marchaba del campo con sus zancadas grandes y despreocupadas.

- Como lo odio...- chasqueé mi lengua guardando mi móvil en el bolsillo de mis bermudas.

Al levantar la vista, allí estaban. Como la primera vez que los vi, esos ojos celestes claros casi transparentes, que me miraban desde arriba, como si perteneciesen a los de un ángel. De sus ojos bajé hasta sus labios rosados que se presentaban en forma de sonrisa serena y agradablemente amable. Hayami estaba sentada en las gradas del campo de fútbol, seguía igual que cuando la vi por última vez, quizás algo más alta. Vestía con el uniforme de la escuela y eso me dejó un poco confuso. Pero más confuso me dejó cuando levantó un poco su mano y la movió para saludarme, entrecerrando sus ojos en una sonrisa aún más grande.

- ¿La conoces?- salí del trance y vi a mi amigo Eiji acercándose a mí, secándose el sudor con una toalla pequeña y blanca.

- Yo... No. Mi madre y su familia, sí. ¿Por qué?

- Porque lleva ahí sentada desde que empezó el entrenamiento y sólo te mira a ti. ¿No me digas que el diablo blanco es una de tus cientos de admiradoras también? ¡Qué miedo!- mi amigo rio.

- Creí que se fue del pueblo.

- Enserio que sólo te interesa el fútbol, ¿eh? Según los rumores, su madre murió y más tarde su padre se suicidó, supongo que volvió para vivir con sus abuelos. Una familia maldita, me da mal rollo que esté ahí sonriendo después de todo, me largo...

Ella volvió a su mirada serena y yo la seguí mirando allí parado y solo. Me quedé algo pensativo tras aquellas declaraciones, fueran reales o no, mi corazón se quedó a un centímetro de salirse por mi boca. No pensé como mi amigo, no pensé para nada que sonreía por maldad, sino por fortaleza. Una mirada y sonrisa tan calmante, que en realidad podría tratarse de una máscara para evitar el dolor y el sufrimiento. Una manera de querer seguir con vida, una voluntad infranqueable. Pero yo en ese momento era demasiado joven como para comprender por completo esos sentimientos y pensamientos dentro de mi ser.

COME BACK HOME (Oliver Aiku × OC) [Blue Lock]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora