gimme a reason

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¿Cómo decir que aquellas vacaciones de verano fueron las mejores vacaciones de mi vida? Sólo con las risas que me provocaba Hayami intentando robarme el balón, hubiera bastado para mantenerme feliz durante todo el resto del año. Realmente se le daba fatal, creo que le daba algo de miedo tocar la pelota aunque le pasase suave. Pero lo que me hacía gustar más de ella, era que a pesar de que no se le daba bien y tenía miedo, no paraba de practicar. Me recordaba a mí, nunca tuve un talento innato para este deporte como algunos chicos que conocía, pero no paré de jugarlo hasta que me hice el mejor. La práctica hace la perfección.

Jugábamos en el descampado de su barrio por las tardes y la mayoría de veces me quedaba a cenar por la insistencia de sus abuelos. Para pagárselo, a veces me pasaba por la mañana a ayudarles con las plantas, el anciano casi siempre estaba liado con éstas, las quería como a sus hijas y pues, a algunas que estaban altas, no llegaba a regarlas o podarlas. Hayami ayudaba a su abuela a hacer canastos con hebra de caña, sentadas al fresco mientras nosotros podábamos los bonsáis con cuidado.

Esos ratos son los que más apreciaba. A veces me sentía observado por la chica y cuando la miraba, ella movía su cabeza hacia otro lado. Primero pensé que yo también le gustaba, que era muy guapo y por eso hacía eso, pero al final me dijo la razón. Me dijo que cuando me concentraba, sacaba la lengua y me la mordía, que parecía una cabra. Se llevó imitándome todo el verano, me hubiera molestado mucho en mi ego si no se viese tan linda hasta haciendo de cabra loca.

Septiembre llegó y el segundo curso de secundaria también. Las clases cambiaron y por suerte, por fin me tocó en el mismo salón que Hayami. Ella se sentó en un pupitre de al lado de la ventana, y yo, me decidí por ponerme atrás al ser las mesas individuales. Había tres clases en total, nosotros éramos la B, ni los más listos, ni los más idiotas, ya que en este país se divide a los alumnos por notas. Pero, ¿y lo feliz que me hizo saber que Carla estaba en la C, junto con mi grupo antiguo de amistades? Escuché que si el curso siguiente volvía a salir en la C, perdería los derechos de la beca internacional y tendría que volver a su país.

Y hablando de becas, aquel primer día de curso, fue de lo mejor. Me pasé por el gimnasio, para apuntarme de nuevo al equipo de fútbol, se supone que si ya habías estado un año, no tenías que hacer pruebas iniciales de nivel. Cuando entré, vi a mi capitán, Aki, hablando con los que recordaba que eran del grupo de bádminton. El chico hablaba alegremente, moviendo sus manos de aquí para allá, a ese tipo siempre le sobró energía. Fui al tablón de anuncios y apunté mi nombre y mi curso para el club de fútbol europeo. Cuando ya estaba por salir, alguien llamó mi nombre por detrás.

- ¡Aiku!- me giré y divisé a Aki trotando hacia mí con una sonrisa.- ¿No saludas a tu excapitán o qué?

- Lo iba a hacer, pero te vi ocupado, no quería interrumpir.- rasqué mi nuca incómodo, pero no mentía. Entonces sus palabras pasaron de nuevo por mi mente.- Espera, ¿excapitán? ¿Ya no serás capitán?

- Sí, me ha dejado de gustar el fútbol. El entrenador es súper monótono y siempre hay malos rollos en el equipo, el único con el que me llevo bien del todo es contigo.- no decía nada que yo no pensaba de antes. Aki era el único que se relacionaba conmigo, era mayor y jamás le importó los dramas de niñatos.- Me paso al bádminton, mi prima me enseñó a jugar en el verano y la verdad es que se me da bastante bien. Ya tengo el club listo, ¡si quieres te puedes unir!

En esta escuela nunca hubo club de bádminton, Aki tiene presencia social suficiente como para crear hasta un club de amantes de las lombrices si se empeña. Me alegraba por él, pero también estaba triste, ¿qué haría yo en el club sin él?

- Oferta tentadora, pero creo que seguiré con el fútbol, lo amo demasiado como para que un viejo calvo y un puñado de matones me alejen de él.- hablé con sinceridad.

- ¡Ja, lo supuse! Eres un tío legal, Aiku, por eso quería hablar contigo. Tengo una oferta que no tiene nada que ver con bádminton o incluso escuelas japonesas de secundaria repletas de niñatos inmaduros.

Levanté mis cejas y abrí mis ojos, iba a hablar pero me cortó, seguramente vio mi emoción rebosar.

- Aquí lo tengo.- sacó del bolsillo de su pantalón un papel y lo empezó a desdoblar. Me lo ofreció.- Es una beca internacional para talentos del fútbol sin patrocinio, es decir, para chicos de secundaria que quieran empezar una carrera futbolística y que no tienen a un club detrás.

- International Champions Club... Esto no es...

- Sí, la mejor academia para los futuros del fútbol, en Florida. Se supone que los clubs mandarán allí a sus mejores gemas sin pulir en enero, pero también habrá patrocinadores buscando más talentos para incorporar a sus filas Youth.

- ¿Por qué me dices esto a mí?- intentaba asentar toda esa información repentina en mi cabeza, mientras miraba aquel cartel que ya estaba un poco arrugado.

- Porque eres un gran jugador y tienes talento para ser la próxima potencia del fútbol japonés.

- Aki, yo no tengo talento, yo...

- Me da igual, tengas talento o no, tienes constancia, poca gente tiene eso. La práctica...

- Hace la perfección.- terminé su frase y lo miré con una sonrisa decidida.- ¿Qué hay que hacer para entrar?

- Creo que son pruebas físicas y de idiomas escritas, unos embajadores irán a Tokio para examinar y ya te llamarán si te cogen o no. Si mal no leí, son en diciembre y si todo va bien, en enero estarás en Florida.

Él me miraba con sus ojos brillosos, parecía más emocionado que yo por verme en esa academia. Y se lo agradecía, pero en parte, tenía miedo.

- En enero ni siquiera habrá terminado el curso, ¿tendré que dejar la escuela?

- Seguramente sí, pero ninguno de los futbolistas más famosos de ahora tienen siquiera la secundaria o incluso se la sacaron ya después de debutar. Es una decisión difícil para tu edad, pero si yo tuviera tu talento, no me lo pensaría dos veces, sería como ir a una universidad prestigiosa con un futuro casi asegurado.- él sonreía pero se veía algo apenado, quizás se arrepentía de no haber aprovechado bien sus años escolares.

- Entonces, ¿sería escoger entre la escuela o la academia?

- No, más bien sería entre este pueblucho o el mundo entero.- llamaron a Aki y él empezó a caminar rápido.- Espero que elijas lo que más desees, ¡ya me contarás, nos vemos!

- ¡Sí!- hice una reverencia.- ¡Gracias!

Empecé a caminar yo también y me metía aquel papel en el bolsillo. Ahí empecé a comerme la cabeza. "Pueblucho o mundo entero", concordaba con eso, en este pueblo no quedarían muchas oportunidades, si me quedaba aquí, por mucho que estudiara algo que me gustase en una universidad, no conseguiría un trabajo mejor que dependiente de una tienda o profesor en este mismo instituto. La población aquí envejecía y cada vez, más bares y centros de ocio para jóvenes cerraban, sinceramente me veía aquí con 20 años, viendo un maratón de películas con mis padres un sábado noche y no me gustaba nada. Quería jugar al fútbol, quería ver mundo, conocer a gente, ir a fiestas, ser reconocido, quería...

Allí estaba Hayami, mirándome desde la alta ventana del club de literatura al que se había ido a apuntar. Quería que ella se sintiese orgullosa y que pudiera presumir de mí a todo el mundo. A mis padres seguramente no les gustaría la idea y menos a mi entrenador o a mis profesores, pero era mi vida y si podía cambiarla para mejor, al menos lo intentaría. La chica me sonrió y yo lo hice de vuelta, no se lo comentaría hasta que no lo tuviera hablado con mis padres. Por primera vez en mi vida, sabía lo que quería hacer y rezaba porque todo saliese bien.

COME BACK HOME (Oliver Aiku × OC) [Blue Lock]Where stories live. Discover now