lonely

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No corté con Carla, ni siquiera hablé de lo que sabía con ella o con mi amigo. Tampoco lo dejé pasar, simplemente empecé a ignorarla y ella pronto se rindió conmigo. Eiji dejó el equipo por pasar más tiempo con ella y pronto mi presencia popular en la escuela y en el pueblo, desapareció. El resto de mis amigos tampoco querían nada conmigo y para colmo, también tenía problemas con mi entrenador y con mi equipo. Los únicos ratos que disfrutaba era comer mochis con Hayami después del entrenamiento.

No sé ni cómo se convirtió eso en algo habitual, pero no me arrepiento. Solían ser pocos minutos y sólo compartíamos aquellos dulces, sin decir nada. Ella nunca fue muy habladora, pero parecía transmitir mucho más con sus ojos y su sonrisa. Lo máximo que conseguía escuchar salir de ella era su risa cuando yo llenaba mi boca de comida, masticando como una ardilla. Lo más raro y lo que más disgustado me dejaba, era su huida al yo entrar a los vestidores. Tras salir ya aseado para volver a casa, ya ella no estaba, así que siempre regresaba solo.

Por más que lo pensara, mi vida se estaba volviendo monótona y aquella extraña amistad con Hayami era lo único que llenaba de luz mis días. En el equipo solían estar enfadados conmigo, yo quería jugar un juego más interesante, de una forma más individual y dinámica, quería ser como esos futbolistas que veía en la tele. Ellos ganaban premios y trofeos por su cuenta, sin tener en cuenta el “trabajo en equipo” que todos los adultos intentaban inculcarnos. Al cabo de un tiempo, esa manera de jugar se volvió aburrida y no nos llevaba nunca hacia la victoria.

Hacía días que no podía parar de suspirar y de sentirme mal, peleaba todos los días con mis padres, por una cuestión bastante absurda. Se acercaba un viaje de verano en la escuela, una semana en Miyajima, antes de las vacaciones y yo obviamente no quería ir. Mis padres querían que fuese, ya que no sabían que ya no tenía ni amigos, ni novia y mucho menos compañeros de equipo. Al final, pagaron el viaje sin decirme nada y me obligaban a ir, no les gustó la idea de que me quedase solo en el pueblo jugando al fútbol, al parecer.

- ¿Vas a ir a Miyajima?- rompí el silencio con la boca aún llena de comida.

Hayami se asustó un poco por mi voz y me miró, asintió y ladeando su cabeza, volvió a sonreír. Solté aire, algo aliviado, al menos, no estaría solo. Los dulces se terminaron y ella apartó la vista del atardecer para mirarme en forma de despedida como siempre hacía.

- Yo… ¿Quieres que te acompañe a casa?- me salió sin pensarlo siquiera. Seguramente yo olía un poco mal, estaba sudado y sucio, quizás no quería pasar más tiempo del suficiente cerca de mí. Llegué a pensar que ella sólo pasaba esos momentos conmigo por pena y algo de obligación.

- Sí.- su respuesta me dejó confuso y algo asustado. Ella se levantó cogiendo sus cosas y empezó a bajar las gradas. Aunque me hubiese esperado una contestación afirmativa desde el principio, solo el hecho de que un sonido hubiera salido de sus labios, me emocionaba, era la segunda vez que me dirigía la palabra. Olvidé por completo cuan dulce era su voz.

- Ah… ¡Espérame!- me quedé atónito allí sentado y ella ya se alejaba. Bajé los escalones brincando y me posicioné a su lado.

Al final ella terminó yendo por delante, ya que no me acordaba donde quedaba la casa de sus abuelos. Así podía observarla sin que se diese cuenta. En aquel momento me di cuenta que era más alta que yo, también era muy delgada. Según los adultos, las chicas crecían antes, así que todavía no podía decepcionarme, pegaría un enorme estirón para poderla mirar desde arriba. El pueblo era tan pequeño, que en menos de lo que me gustaría, ya estábamos en su calle. Pude divisar a su abuelo barriendo la puerta de su casa y tan pronto como él nos vio, sonrió. Adoro a esta infinitamente alegre familia.

Su abuela salía también y nos saludaba con su mano. Cuando llegamos, Hayami tomó la escoba de las manos del señor y le ayudó mientras el anciano le ponía mala cara.

- Ya sabes que se enfada si le quitas el trabajo…- la anciana negaba con la cabeza cuando los observaba pelear mímicamente por quien barría la acera. Yo reí algo.- Hace mucho que no te pasas por aquí, ¿quieres quedarte a cenar?

Aquella mujer parecía apreciarme como a un nieto más, a pesar de que era un completo desconocido. Y aunque tenía ganas de quedarme, no podía, así que negué.

- Lo siento, mañana hay clases, además vengo de entrenar y tengo que ducharme.- rasqué mi nuca algo avergonzado.- Pero muchas gracias, señora… Chae In.

Ella se sorprendió porque me acordase de su nombre y no insistió más. Lo que sí hizo después, fue mirar a su nieta de forma pícara.

- ¿Así que entrenamiento? ¿Qué entrenas? Hayami lleva tiempo llegando tarde a casa, ¿entrenáis juntos?

- Fútbol… Hayami sólo viene a ver los entrenamientos.- en el momento que contesté, Hayami miró a su abuela con las mejillas sonrojadas y luego a mí.

- Buenas noches, Aiku.- susurró antes de meterse en la casa con la escoba en sus manos, su abuelo la siguió, para quitársela.

Tercera vez que la escuchaba, sonreí ante ello y miré por donde desapareció.

- ¿Seguro que puedes llegar a casa solo?- la anciana me sacó de mis pensamientos rosados.

- Sí, no se preocupe. Tenga una buena noche.- hice una reverencia y me encaminé a mi casa.

Ya sí quería ir al viaje, no podía aguantar las ganas. 

COME BACK HOME (Oliver Aiku × OC) [Blue Lock]Hikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin