time flies

711 118 18
                                    

6 años después.

 

- Sí, lo sé, lo sé, son mis primeras vacaciones en casa después de mucho tiempo, ¿sabes? Dame un poco de cancha, ¿no?

Bajaba las escaleras rápido tras salir del avión, huyendo de algunos fotógrafos que me habían esperado en la puerta. Sujetaba una mochila grande con una mano y con la otra, hablaba por el móvil con mi mánager.

- Ya, tenía pensado pasarme no más llegase al pueblo, que después se me olvida.- algunas personas me grababan y otras me preguntaban si podía firmarles algo. Simplemente las ignoraba o les comentaba que tenía prisa.- Veo a mi familia, luego te llamo por lo que sea.

Colgué y sonreí al ver a toda mi familia allí esperándome. Habían alquilado un taxi grande para venir a recogerme y darme la bienvenida, todos juntos. Me acerqué a ellos.

Hacía más de cinco años que no pisaba aquel aeropuerto y menos mi pueblo natal. Cierto que después de aquella prestigiosa academia, llamé la atención de muchos clubes y estuve un tiempo en Japón, pero al tener trabajo y vivir en Tokio, no se me daba la oportunidad de volver. Además, tampoco se me apetecía. Al parecer nací para ser un chico de ciudad. Tenía muchos amigos por allá y ya estaba instalado bastante bien en la capital.

Me dieron esas vacaciones de verano, no por caridad sino que tenía que hacer papeleo. La Juventus me quería en sus filas y para llevar los contratos más fácilmente, mi mánager me aconsejó empadronarme en Tokio, que es donde viviría fijamente. Tokio, con sus aeropuertos propios y la popularidad para atraer a promotores, era buen lugar en donde vivir para un futbolista internacional. A parte de ver a mi familia, aprovecharía para ir al ayuntamiento a quitarme de la lista de nacimientos de aquel pueblucho y mudarme a la lista de la ciudad.

Mi abuela no paraba de meterse con la pequeña barba y algo de bigote que me había dejado crecer, me decía que tenía cara de pescador. Mi pelo seguía igual de largo, los flequillos solían casi cubrirme mis ojos con heterocromía. Pero crecí bastante, pensar que antes no llegaba a sobrepasar a mi madre y ahora le sacaba 20 centímetros. Mi musculatura aumentó, fui el capitán de la sub-20 japonesa por esto mismo.

El paisaje por la ventana se me hacía cada vez más familiar a medida que mi padre conducía. Nunca me di cuenta de lo que pequeña que era nuestra casa, hasta ese momento, tendría que regalarles otra morada más digna a mis padres, quizás en una ciudad. Mi cuarto estaba intacto, olía a cerrado por mucho que mi madre lo habría limpiado para mi llegada. Miré los mangas que solía leer y coleccionar con nostalgia, ya casi no leía nada, no tenía tiempo. Mi tiempo de ocio lo solía gastar yendo a fiestas con amigos, jugando a videojuegos o ligando con modelos.

Cuando salí de aquí, la vida con la que siempre soñé, fue mía por fin. Me sentía muy orgulloso de mí mismo y pretendía seguir creciendo más y más. Dejé la maleta encima de la cama, ya tendría tiempo de ordenarla y cogiendo algunos papeles y mi teléfono móvil, bajé las escaleras rápido. Vestía con unos vaqueros y camiseta negra, con botas negras también. Me gustaba ir simple, aunque la ropa que me compraba solía ser de Gucci siempre.

- Voy a ir al ayuntamiento para hacer el papeleo que te comenté.- le di un beso a mi madre en la frente y ella se sorprendió un poco. Estar fuera de Japón por mucho tiempo había hecho que agarrase manías raras para el país de dónde venía.

- No tardes mucho, si tienes problemas me llamas.- yo asentí.

- Tranquila, no me pienso perder tu tortilla quemada.- sonreí y salí corriendo antes de que me pegase con la espumadera.

Seguía siendo un chico nervioso y travieso, pocas veces podía andar normal sin correr. Me encaminé hacia el centro del pueblo, donde estaban algunos bancos, tiendecillas, el instituto al cual solía ir y el sitio al que iba, el ayuntamiento. Ya desde lejos vi la gran cola que se formaba. Yo desde pequeño odié ir a ese sitio con mi madre, tardaban una eternidad en atenderte y cuando lo hacían, a veces hasta ni lo hacían bien.

Me paré detrás de un padre con un niño pequeño, que me miraba como si hubiera visto a dios. Yo le sonreí y el chico lo hizo de vuelta.

- Mira, papá, él es Oliver Aiku.- jalaba de la chaqueta del mayor, quien se asustó al ver que era yo de verdad y me saludó.- ¿Puedes sacarte una foto conmigo?

Yo asentí y me agaché a su lado para cumplir su deseo. Después de eso, al parecer, como forma de pago, me dejaron ir por delante de ellos en la cola, yo lo agradecí, pero aun así quedaban todavía muchas personas.

Pasó media hora y yo no aguantaba más, así que con mi ego de millonario, agarré mis papeles y pasé por al lado de las más de cinco personas que tenía delante. Entré al edificio por fin. Había una mujer empujando de otra en una silla de ruedas, que al terminar el oficinista con un cliente, se iban a posicionar.

- Espera, espera, déjeme ir yo primero, sólo será un minuto hasta que me pase con el alcalde.- le dije a la mujer morena vestida de enfermera, que parecía una cuidadora.

- ¿Qué dices? ¡Espere en la cola como todos! Llevamos esperando dos horas aquí por nuestro turno.- la enfermera ponía sus brazos en sus caderas, indignada.

- Bueno, al menos a su paciente no le importaría esperar unos minutos más al parecer, ¿no?- le sonreí, refiriéndome que al menos una de ellas tenía silla propia, me encaminé hacia el mostrador, haciendo oídos sordos a su respuesta agitada.

- ¿Aiku?- oí detrás de mí y me quedé parado. Esa voz se me hacía familiar, demasiado familiar.

Me volví y miré a la enfermera que seguía con esa cara de pocos amigos. No, ella no fue. Mis ojos se posaron en la chica de la silla de ruedas y algo pinchó mi corazón.

- ¿Hayami?

COME BACK HOME (Oliver Aiku × OC) [Blue Lock]जहाँ कहानियाँ रहती हैं। अभी खोजें