for her

687 104 10
                                    

Ella tenía razón en cada palabra que me dijo. El pueblo y sus gentes no habían cambiado en lo más mínimo. El único que no es el mismo aquí, soy yo. No podía culpar a nadie de ese cambio, sólo al tiempo y sus circunstancias. Crecer, algo bastante cruel en mi opinión.

Pasé los días de vacaciones al sol como un lagarto, como una serpiente, una cobra, como me llamaban en la cancha. Mi madre casi me saca los ojos al verme el tatuaje de este reptil en el hombro y en el brazo izquierdo. A mi padre le parecía profesional, creía que era cosa de futbolistas.

Pensé y pensé las razones que tenía para ir a esa reunión con mis antiguos compañeros. Tenía curiosidad de ver cómo habían crecido, pero nada más que curiosidad, podría vivir sin verles más en mi vida. Pero deseaba ver a Hayami de nuevo, hablar con ella tranquilamente, reír, ver su sonrisa, ponerla de los nervios y que se enfade y me pegue. Si mi única razón de ir a ese encuentro era ella y ella no pensaba ir, ¿para qué me molestaría siquiera?

Faltaban dos días y yo seguía rompiéndome la cabeza. Viendo las redes sociales, donde algunos compañeros del equipo de la sub-20 me etiquetaban en fotos y demás, me di cuenta del día que era. Dieciocho de agosto, el cumpleaños de Hayami. Ahí se me encendió una lucecita en la cabeza y asustando a mis padres con mi repentino movimiento, subí a mi habitación.

Investigué bastante e hice las llamadas que tenía que hacer, cogí mi portátil y escribí un correo a este diseñador, buen amigo mío. No soy un tipo que sabe demasiado de moda, así que él era quien me vestía para los eventos importantes. Rezaba por que las medidas que le mandé y las tallas que tuviera de reserva allí, coincidieran a la perfección y más en el cuerpo de Hayami.

- Por favor, lo necesito para hoy, o al menos para mañana, mándalo cuando tengas un rato, por favor.- hablaba por teléfono caminando de un lado para otro en la habitación.- ¡Sí, gracias! Sí, ingrésalo a mi cuenta, como siempre. Gracias otra vez.

Todo listo, ahora quedaba la dedicatoria. Ya habían mandado el vestido, llegaría hoy en la noche como muy tarde. Venía a mi casa, así que tendría que ir a llevárselo, pero quería escribirle algo. De verdad quería que viniese conmigo a aquella fiesta. Lo deseaba tanto que no podía pensar en otra cosa, si esto le ayudaba a dar el paso de ir, me haría muy feliz.

Dedicatoria. ¿Qué se supone que debería escribir? Un "feliz cumpleaños Hayami, ponte el vestido para la fiesta" iba a sonar muy seco y para escribirle todo lo que sentía ahora mismo, tendría que ir a buscar más papel. Agarré un coletero y amarré mi largo flequillo de vagabundo en un moño alto. Me estiré y cogí una pluma, la inspiración me tenía que pillar escribiendo, si no, me llevaría ahí meses intentando empezar.

La papelera acabó a rebosar de bolas de papel, textos fallidos, demasiado largos, demasiado cortos, con letra inentendible, otra letra demasiado bonita para ser mía ya que la había calcado,... "Las rosas son rojas, las violetas azules, no entiendo por qué son azules, ya que deberían ser violetas, pero como no vengas a la fiesta, me tiro a una cuneta." Menos mal que soy deportista, porque de poeta iba a pasar hambre.

Incluso llegó el paquete y yo todavía seguía sentado en el escritorio estrujándome el cerebro. ¿Por qué es tan difícil expresar las cosas de forma escrita? Hasta se me ocurrió grabarle una nota de voz y dejarle un código para que su móvil lo leyese, así la escuchase, pero iba a ser demasiado, hasta yo pasaría de mi culo.

- ¿Por qué no se lo escribes claro y conciso?

- ¡Mamá! ¡Qué susto!- tapé mi cara con mis manos, mi madre entraba a mi habitación con una bandeja.

- No bajaste ni a cenar, pero al menos es por una buena causa.- sonreía, mientras dejaba la comida en la cama.

- ¿Acaso lo sabes?- levanté una ceja.

- Lo único que hace pensar al hombre, es cómo recuperar a una mujer.

- Qué graciosa.- me volví para seguir mirando el papel en blanco.

- Por mucho que escribas, por mucho que lo decores, si no le demuestras que la quieres, nada cambiará.

- Iba a demostrárselo en la fiesta, pero si no va en un principio, no puedo hacer nada, mamá.- removí mi cabello para quitarme aquel moño chiquitín.

- Bueno, pues haz lo que te dije antes. Suéltalo sin rodeos, que no estamos en la edad media, ni ella es Julieta, ni tú Romeo.- la miré mal.- Te quiero mucho, buenas noches.

Se escabulló como si no me hubiera ofendido. ¿Yo? Yo soy todo un romántico. Pero hoy al parecer, no me salía. No lo puedo forzar, así que le haré caso a mi madre. Los datos de la reunión, algunas frases sueltas y mi número para rematar. Estaba tan acostumbrado a hacer dedicatorias para fans, que casi firmo un autógrafo. Me pegué a mí mismo antes de hacerlo.

Cuando por fin terminé, casi se me escapan lágrimas de alegría. Tragué los fideos que me dejó la parienta allí como si no hubiese comido por dos semanas y me tiré a la cama. No había jugado un partido, quizás mi madre tuviera razón, a los hombres se nos da mal pensar. No lo solemos hacer porque cansa demasiado. Al final, mis párpados cayeron como una cortina rota.

COME BACK HOME (Oliver Aiku × OC) [Blue Lock]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora