dead inside

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Me olvidé de ella a consciencia. Primero pensé en vivir con ella fuera de aquel pueblo, pensé en que podíamos ir a Tokio los dos y vivir felices para siempre. Pero el mundo de fuera es demasiado tentador y aquellas mujeres preciosas también, Hayami sería una más, mi primer amor, un amor joven y tonto que se basaba en promesas imposibles de cumplir. ¿Esperar? Nadie habría esperado tanto por nadie, apostaba que ella se cansó tan pronto como yo.

Aquellos mensajes se veían necesitados, quizás estaría pasando por un momento malo y se le ocurrió escribirme. Todo el mundo lo pasa mal en algún momento de su vida y ella decidió confiar en una persona que ya no conocía. Era su problema. Aun así me sentía un poco culpable, la apreciaba algo, después de todo, fue mi única amiga y la que me ayudó a aprobar aquella pruebas para la beca.

Después de cenar me pasaría por su casa, para hablar, no me gusta dejar las cosas a medias. Le debía al menos una conversación tranquila, sin rencores. Tenía curiosidad de saber qué le pasó para acabar así, en silla de ruedas, sin poder caminar.

- Mamá, ¿por qué no me dijiste que a Hayami Arai le pasó algo grave? Aún sigues siendo amiga de su abuela, ¿o no?- preguntaba con la boca llena de arroz.

- Hace años que no veo a esa mujer, creo que desde el accidente. No sé, simplemente creí que no te interesaba ya, nunca preguntaste por ella.- decía indiferente mientras se apartaba verduras en su plato.

- ¿Fue un accidente? ¿De coche?

- Sí, su abuelo y ella iban a algún sitio. El pobre hombre falleció y ella quedó parapléjica. Esa familia siempre ha estado llena de desgracias…

- Dejad de hablar de cosas tristes. Oliver, cuéntanos lo de tu oferta  de la Juventus. ¡Todavía no me lo creo!- cortó mi padre.

- Sí…

Mientras le explicaba a mis padres cosas de mi trabajo, pensaba en lo que me había dicho. Sin falta tenía que saber más sobre ese accidente. Y como dije, después de cenar, les dije que saldría a dar un paseo y me largué al barrio viejo. No me acostumbraba a estar con mis padres teniendo 20 años, no sabía cómo comportarme, no debería excusarme por querer salir por la noche a fuera cual fuera el sitio, ¿o sí?

Tanto silencio y tanta oscuridad me incomodaba. Las noches en Tokio eran iluminadas por los carteles y luces neón, a veces hasta parecía que el día no terminaba nunca. Allí todo era totalmente diferente, las voces de los turistas en los bares se cambiaban por los cantares de los grillos, las luces neón por farolas y estrellas en el cielo, y, los oficinistas borrachos por niños que seguían jugando al balón hasta a esas horas de la noche.

Todo se hacía más silencioso cuando empecé a entrar en aquel barrio de la tercera edad. Había más casas destruidas, que se vendían o que se alquilaban. La gente iba muriendo, pero los edificios en los que alguna vez vivieron y criaron a sus hijos, quedaban intactos. Daba algo de pena, aquel descampado también seguía allí, como si el tiempo no hubiera pasado en absoluto. Pero el árbol que sobresalía de la casa de los Arai, sí que estaba diferente. Estaba seco y muerto.

Fui hacia el portón. Este estaba entreabierto y tenía varias pintadas de grafiti nada leíbles. Cómo aquella primera vez, entré sin permiso. No había luz en la casa, estaba toda oscura, sin sonido alguno, sin vida. Las plantas trepadoras buscaban su supervivencia escalando hasta el tejado de la misma. Las macetas estaban todas destrozadas en el suelo. Escuché algunas voces en el patio posterior y fui a ver, con esperanza de encontrar a alguien conocido para no ponerme a llorar ahí mismo.

COME BACK HOME (Oliver Aiku × OC) [Blue Lock]Where stories live. Discover now