Capítulo tres

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TAYLOR

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TAYLOR

Nueve meses D.B.

Le llevó poco tiempo a mi trasero congelarse tras bajar del avión en Boston, Massachusetts. El estado era helado cuando el invierno estaba cerca y se podía decir que había olvidado un poco cómo se sentía esa sensación. Con los hombros elevados para refugiarme del frío y un pesado abrigo sobre mi ropa, atravesé el aeropuerto rumbo a la salida tan rápido como me fue posible.

Poison había ganado mucha popularidad en los últimos años, sobre todo el verano que acababa de terminar, y había pasado de ser un chico al que pocas personas conocían en la calle, a alguien que llamaba la atención; sin embargo, ese día no iba con apuro porque quisiera evitar a fanáticos o porque me estuviera congelando hasta los testículos con esas temperaturas de mierda –que seguían siendo mis favoritas-, sino porque ansiaba llegar a casa. No le había dicho a Genesis el día en que volvería a la ciudad porque era época de exámenes y sabía que estaría quemándose las pestañas día y noche; en pocas palabras, no quería molestarla con un recorrido hasta el aeropuerto.

Quizás fue obra del destino o el hecho de que mi vuelo hubiera arribado en un horario extraño, pero conseguir taxi fue realmente sencillo y en menos de treinta minutos el vehículo estaba descendiendo la velocidad para dejarme en el camino de entrada de casa. Bajé con una sonrisa formándose en mi rostro, mi mochila de viaje colgada de un hombro y la llave en la mano para no helarme mientras la buscaba.

Dos hocicos húmedos y dos colas que no dejaban de moverse con felicidad me recibieron y fui atacado momentáneamente por Jekyll y Hyde que parecían no poder creerse que estuviera de nuevo con ellos. Me arrodillé frente a ellos y froté sus peludas cabezas mientras me brindaban besos y golpecitos con sus patas.

—¡Jekyll! ¡Hyde! —exclamó una conocida voz desde el estudio—. ¿Por qué tanto alboroto?

Me puse de pie con dificultad y silencio, dejando que los lloriqueos de nuestras mascotas fueran suficiente para traerla a mis brazos. No me equivoqué, pronto el sonido de unas pisadas livianas se escuchó por la casa y le llevó pocos segundos a mi amada esposa aparecer en el living. Sus ojos se abrieron con asombro al percatarse de mi presencia y sus labios formaron una sonrisa que provocó que mi corazón latiera desbocado.

Dos cuartos (RVB4.5)Where stories live. Discover now