Capítulo quince

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TAYLOR

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TAYLOR

Dos años y seis meses D. B.

Toda mi vida fui una persona que disfrutaba de la soledad y el silencio, tener un momento para pensar sin ser abordado por ruidos o gritos era uno de mis mayores placeres. De hecho, mi parte favorita de ser hijo único era que al llegar a casa luego de un largo día con mis amigos, podía estar a solas en mi habitación sin nadie que demandara mi atención. Seguiría siendo siempre esa clase de persona, pero a la vez he aprendido que se puede disfrutar del silencio en compañía y esos instantes de tranquilidad se volvieron muy importantes para mí y para Genesis.

Para tener nuestro momento de paz compartida decidimos tener unas pequeñas vacaciones de verano en un resort en Florida, dejando a Ty en Nueva York para que actuara como niñero de nuestras mascotas. Lo habíamos invitado a unirse a nosotros en nuestra escapada; sin embargo, se negó diciendo que tenía que terminar su manuscrito o su editora lo haría sufrir.

—Extraño a nuestros niños —dijo Genesis en nuestro camino de vuelta desde el aeropuerto—. ¿Podemos llevarlos en nuestras próximas vacaciones?

—Jekyll es muy anciano para viajar en avión, cielo.

—Entonces buscaremos un destino más cercano.

—Claro.

Recibí un beso en la mejilla como agradecimiento y le dediqué una sonrisa. Era sencillo hacer feliz a Genesis, no era una persona que fuera muy exigente y hasta el más simple detalle la hacía sonreír con la emoción de una niña. Flores recogidas en caminatas, suscribirnos a las revistas de medicina para que estuviera al día, utilizar alguna prenda que ella me había regalado. La vida era simple a su lado e incluso cuando podía ser complicada, volvería a elegirla un millón de veces.

—¿Crees que Ty perdió la cordura? —bromeé.

—Creo que si Ty pudo soportar a nuestras mascotas por dos semanas, tiene lo necesario para ser padre.

—No se lo digas o cometerá una locura como tirarse desde la azotea.

—Él sería un buen padre.

Dos cuartos (RVB4.5)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora