Capítulo nueve

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TAYLOR

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TAYLOR

Un año y seis meses D.B.

Nuestra segunda mudanza tras nuestro casamiento acababa de consolidarse y esperaba que fuera la última en un largo período. No me agradaba en demasía mudarme, toda mi vida había vivido en la misma casa, durmiendo en el mismo cuarto y frecuentando los mismos lugares; hasta que llegó la universidad y, en lugar de mudarme a Manhattan como habíamos planeado con Tyler, terminé en Cambridge con la chica a la que amaba. Aun así, sabía con certeza que Nueva York no era más que una estancia pasajera para nosotros, no era el lugar donde queríamos vivir por el resto de nuestras vidas y ya habíamos concordado con Genesis que definitivamente no era el lugar donde queríamos criar a nuestros futuros hijos.

Nuestra torre de cristal, como le gustaba llamarla a Tyler, estaba ubicada en un exclusivo edificio del Upper East Side donde habitaban famosos y reconocidos empresarios y esa fue la razón por la cual lo elegimos. Mi esposa temía que algún fan loco se pudiera meter en nuestra casa y había consultado con todos los antiguos amigos de sus padres hasta dar con un lugar que ofreciera protección absoluta. Al principio había sentido que era una exageración; sin embargo, después de que un grupo de fanáticos se colara en la discográfica de San Francisco y causaran revuelo, entendí que nunca era demasiada seguridad. Me encantaba mi trabajo, pero más me encantaba la idea de saber a Genesis segura y a salvo cuando yo estuviera de gira.

—¿No creen que tienen demasiadas ventanas? —preguntó Ty, mirando la ciudad a más de doscientos metros bajo sus pies.

—Nunca son demasiadas ventanas —contestó mi esposa.

Genesis no había dejado de admirar nuestro piso con una amplia sonrisa desde el momento en que arribamos. Esa vez, por suerte, habíamos contratado un servicio de mudanza y decoración por lo que todo estaba en su lugar y no teníamos más trabajo que sentarnos a disfrutar. Ella no había tardado en alabar todos los detalles: las pesadas cortinas que se corrían con control remoto, nuestra habitación en el piso de arriba, las habitaciones de huéspedes y nuestros estudios donde podríamos refugiarnos en soledad a trabajar. A veces parecía olvidar que había crecido con muchísimos lujos y que había vivido gran parte de su vida en una mansión sobre una colina en Los Ángeles. Y me encantaba eso.

Dos cuartos (RVB4.5)Where stories live. Discover now