Capítulo once

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TAYLOR

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TAYLOR

Un año y nueve meses y medio D.B.

El ambiente era sombrío y la vivienda desprovista de vida donde nos encontrábamos estaba fría como una heladera luego de días sin sus habitantes. Era extraño estar en el piso de Tyler y sentirlo como una cueva en exploración, la energía del lugar se sentía cargada de negatividad y no tendría que haberme sorprendido considerando lo mal que mi mejor amigo se sentía al estar allí. Antes de la ruptura era un lugar alegre y cálido, con olor a libros, chocolate y comida casera, eso parecía un recuerdo muy lejano.

Genesis y yo estábamos en el dormitorio principal guardando las prendas de nuestro mejor amigo en una maleta mientras él buscaba lo que necesitaba en las restantes habitaciones. Ty se negaba a ingresar a los lugares que Emma frecuentaba y si bien sabía que era su manera de sobrellevar el duelo, también sabía que no era sano. Pero él necesitaba tiempo y mi esposa y yo se lo estábamos concediendo.

—¿Por qué siento que me he convertido en padre de pronto? —bromeé—. Ahora entiendo por qué mi papá siempre estaba emocionado con la idea de que me fuera a la universidad, los hijos te roban la privacidad.

—No seas malo, Ty nos necesita.

—Si fuera malo no lo habría invitado a quedarse con nosotros, cielo.

—Tampoco le harías la cena y se la llevarías a la habitación mientras está escribiendo. —Sonrió con ternura—. Eres un buen padre.

—Mi niño Tyler me necesita.

Correspondí su sonrisa y la escuché reír a pesar de que estaba dándome la espalda. Estaba descolgando las perchas del armario y me pasaba las prendas para que yo las guardara lo más ordenadamente posible en el bolso; sin embargo, noté su cambio de actitud y lo tensa que se puso de pronto.

—Tay...

—¿Hay una araña?

—Algo mucho peor.

Fruncí el ceño y dejé la camiseta a medio doblar sobre la cama. Genesis no era una persona miedosa, no le gustaban los insectos, arácnidos ni los reptiles, pero respetaba sus vidas y esa era la razón por la que siempre me llamaba para sacar a los intrusos al jardín o al balcón. No obstante, si decía que era algo peor que una araña y estábamos en un pent-house en Nueva York, me quedaba sin opciones.

Dos cuartos (RVB4.5)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora