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El golpe ligero de tacón hacia eco en el desgastado piso de madera de aquella vieja cabaña.

La pretenciosa rubia de baja estatura daba vueltas, desesperada. Si, estaba circulando por algunos distritos y pueblos que ella era una bastarda, su madre fue una simple criada asesinada por un Ackerman, a simple visto el Ackerman sería un monstruo.

Pero el verdadero monstruo era su padre, el codicioso Rod Reiss.

Su madre nunca la quiso, siempre la desprecio. Y rara vez su padre se encargaba de ella.

Todos los días esperaba por la compañía de su hermana mayor, Frieda. Ambas leían juntas toda clase de cuentos, y corrían todas las tardes por el lugar que era considerado su hogar.

El día que su madre fue asesinada, fue obligada a dejar su casa natal en una de las fincas de los Reiss para ir a Mitras, donde la familia real Reiss, vivía.

Allí conoció al resto de sus hermanos, quiénes la repudiaron al verla, insultandola constantemente y recalcandole que era una ilegítima, hija de una simple criada. El acoso por ellos era constante, y Frieda no estaba allí todo el tiempo para defenderla de las garras de sus hermanos. Su madrastra , era la peor, ella era quien animaba a sus medios hermanos a discriminarla. Un día, cuando su cumpleaños número doce llegó, le puso un alto a todos esos comportamientos, y cambio completamente su actitud, no más niña bondadosa. Ahora sería peor que todos, caprichosa y engreída, era una Reiss después de todo, obtendría todo lo que deseará, o eso creyó.

Hace unos cuantos meses, ella se hallaba en la capilla, rezando con las demás personas, y cuando se encontró sola, alguien más frecuentó el lugar.

—Mira a quién tenemos aquí. —Una voz femenina algo grave burló.

—La gente como tú no tiene permitido entrar a estos lugares, plebeya.

Aquella persona negó divertida, y habló:

—No creo que una bastarda como tú tenga el derecho de juzgar a alguien.

—¿¡Eh!?

—¿Sorprendida, no?

—¡No te atrevas a divulgar eso! ¿Me oyes? ¡Te lo ordeno!

—Uy, si, qué miedo. —Bufó. —Mira, niñata, mi silencio es caro, dame lo que te pido y ya está, mi puta boca estará cerrada.

—¡Qué vulgar eres!

—¿Sí o no? Es un trato.

—Está bien, pero habrá límites y condiciones.

—Claro, princesa.

Lo que empezó mal, termino en excelentes condiciones. Aquella persona se había vuelto importante para la rubia, le enseñó a ver el mundo de otra manera, y de una cosa a otra, termino enamorándose de aquella testaruda y vulgar mujer, llevándola a la situación en la que se encontraba, esperándola.

Su estado ansioso termino cuando escucho a ligera distancia los pasos arrastrados de alguien, podría reconocer ese caminar, y entusiasmada, abrió la puerta de aquel lugar.

Su persona especial había vuelto.

—Y a ti qué, princesita? ¿Qué haces vestida con esos harapos? —Dijo la más alta, cerrando la pesada puerta atrás de ella.

—Sabes que tengo que pasar desapercibida. —Se excusó apenada. —Por fin estamos juntas de nuevo. —Musitó con voz melosa, acercándose ansiosamente a la mujer que posaba en frente.

𝑴𝒆 𝒂𝒏𝒅 𝑴𝒚 𝑯𝒖𝒔𝒃𝒂𝒏𝒅.♡Where stories live. Discover now