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Permaneció unos minutos dentro de aquel almacén, no se sentía capaz de enfrentar cara a cara a la chica, tampoco es que fuera muy digno para hacerlo.

Sus palabras le habían dado justo donde esperaba, un breve vacío en el pecho, pero él sabía que es donde el dolor debía permanecer. Era consciente de que él fue el causante de aquel lienzo opaco y triste que era su rostro. Sintió que debía darle una explicación, la merecía.

Pero no tenía el derecho de hablar sin su permiso, esta vez ella no lo quería cerca. Y no era el crío de hace algunos meses que podía acercarse a ella y simular que el motivo de su alejamiento había sido un problema de niños, del cual también fue su culpa. Y otra vez estaba Armin para reclamarle que era un idiota.

Su madre no estaba cerca para jalar sus orejas porque estaba equivocado. Ella tenía su dolor propio, pero cada vez salía de su pozo oscuro de tristeza.

Después de todo, ¿Quién era él para reclamarle algo? Sí, ella tenía todo el derecho de dedicarle su tiempo a alguien más, incluso si ese alguien era cara de caballo.

Pero no, no quería aceptar eso. Y probablemente estaba dispuesto a rogar su escucha para ofrecerle una explicación, sólo debía esperar un poco más.

Estaba apunto de salir al pasillo, escucho la voz pasiva del comandante Erwin, acompañado con los quejidos involuntarios de Levi. -Ahora, debemos procurar que Eren no se entere que Connie vio a Reiner y Annie rondando por los edificios viejos, se armaría un caos. Sabes lo imprudente que puede llegar a ser.

-Tch, Erwin. Si ese mocoso actúa de forma imprudente, yo mismo me encargaré de darle una paliza.

Su voz contenía promesa, y eso lo hizo palidecer. Nada temía más que una promesa de Levi Ackerman, prefirió mantenerse en su lugar, esperando que terminaran de hablar para poder irse.

Pero para su desgracia, se mantuvieron alrededor de una hora en el marco de la puerta de la cocina, hablando con Hange. Y estaba bastante oscuro cuando pudo salir.

Esta vez, sabía que debía manejarse con cuidado. Había tenido una oportunidad para comprobar que Reiner jugaba sucio, y le había propinado una paliza cuando él lo desafío a ir en su contra.

Así que se dirigió a los edificios viejos de la ciudad, sigilosamente. Estaba seguro que Erwin tenía soldados regados por ahí para vigilar y notificar cualquier movimiento.
Eventualmente, confrontaria a Erwin directamente, pero la promesa de Levi estaba de por medio, y prefería llegar sano y salvo al sitio que se dirigía.

Sus duras botas producían sonidos escalofriantes contra los charcos del suelo. Había llovido bastante hace una hora, las calles estaban heladas u solitarias, no podía negar que en cierta parte lograba erizarle la piel. De pronto, un ventarrón lo azotó directamente, haciendo que cerrara los ojos y retrocediera unos pasos. Continuaba, y hacia sonidos huecos con sus oídos, pero debía avanzar.

Al final de la última calle de la cuadra, estaba el edificio más viejo, una vieja zapatería de tres pisos. La fachada gris y opaca, llena de plantas verdes en las paredes, y deterioradas por la lluvia. Tan pronto comenzó a escuchar como míseras horas de lluvia caían de un lugar a otro, haciendo ondas en los charcos y humedeciendo su cara. En el último piso de la vieja zapatería a la izquierda, se hacía la alucinación de una tenue luz amarillenta. Debía ser más silencioso que antes, y evitó los charcos que rodeaban la entrada. A la izquierda, se estrechaba un pequeño callejón con la muralla, y se dirigió por allí, mirando al último piso.

𝑴𝒆 𝒂𝒏𝒅 𝑴𝒚 𝑯𝒖𝒔𝒃𝒂𝒏𝒅.♡Where stories live. Discover now