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-領帶-

Cuando la fría brisa nocturna dejo de azotarle las piernas, se sintió en paz. Por supuesto, ella no accedería a pisar el lugar donde su alma se rompió en pedazos, no estaba dispuesta a revivir ese incómodo momento. El chico buscaba con descuido entre sus gavetas, vaya que era bastante desordenado.

Su pesada chaqueta de cuero descansaba en una de las sillas, ella tomada largas respiraciones, y las soltaba con delicadeza. Hange le había dado una bolsa de medicinas para lidear con su dolor, pero no quería volverse adicta a tomarlas, Hange le dijo que podrían tener efectos secundarios, lamentablemente, tenía que abstenerse a soportar su crudo dolor.

-¡Aquí está! -Exclamo el castaño desconcertando a la chica. Luego su voz bajo, suponiendo que la pena lo invadió. -Mikasa, quieres darte un baño o solo cambiar tu ropa?

-Hmm, no lo sé.

-¿Quieres algo de comer?

-...

-Puedo preparar algo. -Dijo el castaño.

-No sabes cocinar. -Resaltó Mikasa.

Él se rasco la cabeza con vergüenza, y ella cerró los ojos, suspirando.

-Me pareció haber visto algo sobre la cocina, puedo traerlo.

Él se dio la vuelta y salió de la habitación, Mikasa se puso de pie con quejambres y vio que él había dejado algo sobre la silla. Unos pantalones de chándal y su vieja y desgastada, pero cómoda camisa para dormir. Era de un azul simple, suave y le llegaba próxima a la muñeca, ¿Por qué había estado buscando esto?

Se cansó de su aspecto, y con pasos lentos se dió un baño bastante rápido y difícil, pues el agua estaba helada. Al terminar, sus dientes castañeaban, y quiso envolverse rápidamente con el paño blanco que estaba frente a ella. Al salir vio a Eren luchando por prender una de las hornillas y casi se la escapa una risa.

Accidentalmente, mientras ella estaba bañandose, parte superior de su cabeza se mojó, y recurrió pesadamente a lavarse el cabello, vaya molestia. Mientras el especial peine de madera desenredaba su cabello, ella se dió cuenta de que estaba más largo de lo que imaginó, las puntas sobrepasaban el inicio de su espalda y agradeció el hecho de que pronto podría atarlo de nuevo. Se dio la vuelta, para vestirse y casi sintió como se tambaleaba. Se sentó y espero que el mareo se le pasará, ¿Este podría ser un efecto secundario? No lo sabía con exactitud. Y cuando se aseguró de estar bien, se puso de pie nuevamente para continuar vistiéndose.

Al momento que comprobó que la comida tenía una temperatura aceptable, con nervios la sirvió. Por más que lo intentase, era pésimo para la cocina, pero a diferencia de algunos años, ya podría sobrevivir por su cuenta. Sí, cuando estaba en aquella casa comía prácticamente lo mismo, Armin no compartía sus platillos con él, pero que podía hacer, ya se había acostumbrado. Y la mayoría de las noches y días, él se alimentaba en la calle.

Extrañaba la comida de su madre, y cada que podía iba a Shinganshina, y comía todo lo que podía. Digamos que Carla tomo como nuevo pasatiempo cocinar excesivamente, y él sólo podía disfrutar de su plato lleno cada vez que iba, y cuando regresaba, tenía comida suficiente para una semana. Termino, y el olor lo derrotó, probo aquella comida y quiso tomar otro más, pero no era para él.

𝑴𝒆 𝒂𝒏𝒅 𝑴𝒚 𝑯𝒖𝒔𝒃𝒂𝒏𝒅.♡Where stories live. Discover now