Capítulo 17.

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Los siguientes dos días la castaña estuvo en el refugio leyendo los libros de John para saber más acerca de los vampiros y los lobos debido a su desconfianza en el nuevo novio de su hermana.

—No entiendo por qué no te agrada —comentó Melissa al ver a Injae observando a Rebecca con su novio—, se ve agradable, no tiene cara de asesino serial.

— ¿Cómo podrías saber eso?

— ¡Injae! —La regañó—. ¿Te dijo Rebecca como empezaron a salir?

—Claro, así como también me dice lo que escribe en su diario sobre mí —habló con sarcasmo.

—Bueno, quizá no lo dijo porque le da pena. —Injae le frunció el ceño—. No me mires así, no todos podemos tener una declaración amorosa después de un épico beso como tú.

—Nunca dije que fue un épico beso —alegó sonrojada—. En cuanto a Rebecca, lo único que dijo fue que Alistair había sido quien la encontró ese día en la carretera y que la llevó al hospital.

—Vaya. ¿Quién lo diría? Hasta las brujas como ella pueden tener un príncipe azul.

—Por cierto, iré a casa de mi tía esta tarde —avisó Injae.

— ¿Qué? —Expresó decepcionada—. Pero creí que vendrías a mi casa a ayudarme a organizar las cosas para mi fiesta.

—Te prometo que iré mañana. —Sonrió para darle ánimos.

—No pude hacerla porque estuviste en el hospital y luego la feria de ciencias...

—Estaré ahí y planearemos la fiesta más genial de abril —expresó animada.

—Más te vale que así sea. —Lanzó una mirada amenazante—. Debo irme... tengo una prueba y no puedo llegar tarde.

Ambas se despidieron, luego cuando la pelirroja se había alejado, Jace se acercó a Injae.

— ¿Faltas muy seguido a clases? —Preguntó curiosa ella—. No llegaste a la mitad del día.

—No intentes ser amable, solo salgamos rápido de aquí. —Se fueron hacia el auto de él.

— ¿Liam no viene? ¿Qué hay de Mason? John había...

—Si tu hermana se entera de que tú y Liam faltaron, te aseguro que no dejará de fastidiarte. —Arrancó el auto—. Y no quiero que ella se meta en esto, ya suficiente tengo contigo. —Suspiró para calmarse—. En cuanto a Mason... tuvo algo que hacer.

Pasaron seis horas hasta que llegaron a Carolina del Sur para ir a casa de la tía de Injae y buscar las armas.

—No vayas a hablar, ¿quieres? —Le ordenó la chica al llegar a la casa—. ¡Hola, tía!

—Hola, cariño. —La abrazó—. Me alegra ver que estás bien, me contó tu papá —comentó apenada—. ¿Y él? —Volteó hacia Jace—. No me digas... ¡Es tu novio!

Los dos jóvenes se incomodaron al oírla e inmediatamente ambos lo negaron.

—Es una pena. —Hizo un puchero—. Él es lindo. —Le guiño el ojo a su sobrina.

—Ah... claro —siguió la corriente—, tía, aún tienes las cosas del abuelo, ¿cierto?

—Por supuesto, están en la bodega como siempre, ¿las quieres? —Los invitó a pasar.

—Solo algunas, tenía algunos libros que me leía mi mamá.

—Oh, sí, están en las cajas más grandes junto a los álbumes. —Les abrió la puerta de la bodega—. Cierren cuando salgan. —Sonrió y los dejó—. ¡Tengan cuidado con las armas! —Advirtió—. Mi padre era militar y le gustaba coleccionar —le explicó al rubio.

Creciendo entre demoniosWhere stories live. Discover now