🍬Carta 8 y recuerdo

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«Te defenderé siempre. Así yo salga perjudicada, nunca dejaré que te dañen. Porque "por amor se muere" y yo soy capaz de hacer lo imposible si es por ti»
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Santiago, ¿Qué sucedió?

¿Porqué dejaste que hicieran eso?

La verdad no comprendo, estoy furiosa.

Recuerdo
Meses atrás

—Valeria, date prisa, ¡Es receso! —Cyntia jaloneaba mi brazo para hacerme caminar— ¡Anda! Éstas desperdiciando valioso tiempo.

Sonreí—. Ya, ya, deja que guarde mis cosas y salgo.

Mi amiga asintió y salió del aula.

Yo me levanté del escritorio con desgano y comencé a guardar mis pertenencias en la mochila.

Cuando estaba todo bien protegido, me desplace por la clase vacía tal cual caracol, hasta llegar a la puerta de salida.

Moví mi cabeza buscando a la desesperada de mi amiga.

Cyntia suele ser muy animada y extrovertida, rara vez la veo decaída. Su fortaleza es enorme. Ella junto a su madre han salido adelante solas desde que mi amiga era muy pequeña.

—"El abandono de mi padre me hizo más fuerte, porque si yo caía ¿Quién ayudaría a mi mamá a seguir adelante?"

Todo lo contrario a mi, ya que soy una bola de sentimientos andante, a la cual le afecta todo lo que sucede. Pero Dios me bendijo con unos padres amorosos y una amiga increíble, que están a mi lado cuando siento mi mundo caer.

Nos brindamos cariño genuino y ayuda sincera, eso hace especial a nuestra amistad.

—Ya Vale, ¡Vamos! —se quejó Cyn al notar que andaba con mis pensamientos en saturno.

—Eres muy desesperante —entrelaze nuestros brazos—. Vamos, querida.

[...]

Caminamos por los abarrotados pasillos de la Universidad hasta llegar a la cafetería para abastecer nuestras barrigas hambrientas con algún delicioso manjar.

—Ugh, huele, huele —jalonee la blusa de Cyntia para que sintiera el delicioso olor que emanaba del lugar— ¿Sabes que es eso?

Me miro con extrañeza—. ¿Hot dogs?

—Eso se llama: placer de la vida —cerré mis ojos para sentir con más intensidad el aroma.

—Amiga, te perdimos —río.

Una señora amable y sonriente nos atendió, y justo cuando estábamos a punto de hacer nuestra orden, unos gritos atroces nos interrumpieron.

—Vamos, haz algo —el chico dueño de la voz golpeó de un puñetazo a otro, dejándolo caer al suelo— ¿Qué? ¿Te quedarás allí? —gritó— ¡LEVANTATE Y DEFIENDETE!

El cuerpo de ese chico no me permitía ver a quien le estaba gritando, hasta que dio unos cuantos pasos hacía la derecha y lo vi.

Mi chico de los ojos tristes © || En ProcesoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora