🍬Carta 13 y recuerdo

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«Tu dulzura es extraña, me alejas pero a la vez me atrapas»
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¡Hablamos!

Fue tan hermoso.

En el receso saqué todo el valor que tenía dentro y me acerqué a ti.

Recuerdo
Meses atrás

—¡Vamos, Valeria! —decía para mí interior, mientras daba pequeños saltitos como luchador que inicia la pelea.

Estaba a unos metros de mi objetivo, observándolo tras los basureros.

Él levantó su mirada y noté que el hematoma ya no se veía mucho.

Estaba a punto de levantarme pero me quedé inmóvil viendo como Santiago le quitaba el empaque a un dulce de limón, mientras cerraba los ojos llevándolo lentamente a su boca.

—Se ve lindo —susurré, cubriendo mi boca con las manos para evitar ser descubierta.

Esperé escondida unos segundos, aunque en realidad ni siquiera sabía que estaba esperando.

—Esperas a que el valor llegue a tu ser —me respondí—. Ya, ¡Es hora!

Saqué un dulce de la bolsa derecha de mi mochila y lo metí a mi boca con mi mano temblorosa, dejando el envoltorio en la otra mano.

—¡Vamos! Tú puedes —me animé mentalmente y decidí salir de mi escondite.

Tomé con las dos manos las tiras de mi mochila y capture una gran bocanada de aire en mis pulmones.

—Tranquila, tranquila —decía en mi interior.

Me fui acercando poco a poco, dando pasos cortos y firmes, dibujando una pequeña sonrisa al verlo.

Cuando estaba cerca, mi corazón comenzó a hacer de las suyas, ¡Quería escapar de mi cuerpo! Palpitaba con furia, evidenciando mi nerviosismo mezclado con emoción.

—Hola —dije bajito, sonriendo.

Santiago, quien tenía la mirada baja, posó sus dos orbes verdes sobre mi rostro, y sus pálidas mejillas se llenaron de un adorable rubor.

—Ho-hola —su voz se entre corto, y cuando notó lo que había pasado arrugó su respingada nariz, haciéndolo ver más tierno aún.

—¿Puedo sentarme contigo? —cuestione, señalando la grada.

Me miró con confusión y asintió sin decir palabra.

Al ver que había accedido a mi petición, me senté a su lado, en silencio. Y ahora no sabía que decir.

En mi intento de pensar algo para platicar, mi mirada se desvió hacia su rostro, cuya mirada se encontraba perdida en algún lugar como siempre.

Bajé más mi vista hasta ver como frotaba sus manos con nervios y movía los pies con inquietud.

—¡Piensa algo, Valeria! —me regañe en la mente, y fue buena idea ya que se me vino un tema de conversación a la cabeza.

—Soy Valeria —reí bajo, brindándole la mano.

Santi volteó su rostro hacía mi dirección y miró por un instante mi mano alzada.

—Soy... —extendió su temblorosa mano, tomando la mía—. Santiago.

—Lo sé —susurré bajo y un calor invadió mi rostro—. Mucho gusto, Santiago.

Y por primera vez la vi de cerca.

Su sonrisa, era tan hermosa y sincera que pensé estaba soñando. Observé como sus tiernos hoyuelos aparecían en su rostro.

—También me gustan —soltó mi mano y señaló el envoltorio de dulce que tenía aún en mi mano—, son deliciosos.

Sonreí—. ¡Somos dos! Aunque a la mayoría no les gustan —hice un pequeño puchero de decepción.

—No todos podemos tener buenos gustos —achino sus ojos cuando río.

Si su sonrisa era hermosa, su risa es ¡Hermosovillosa! Es un poco ronca pero suave a la vez, es... Perfecta.

Pasamos el resto del receso así, hablando de nuestros gustos, como si fuéramos amigos de toda la vida.

Su felicidad me invadió. Fue ese extraño sentimiento de alegría que llenó mi corazón con tan solo presenciar su sonrisa.

Su hermosa y tierna sonrisa.

Fin del recuerdo

Fue muy hermoso.

Hace una semana eras frío y distante, pero hoy pude conocerte mejor, eres una increíble persona.

Y me da la impresión de que resguardas toda tu dulzura bajo tu armadura de hielo.

Estoy ansiosa por verte mañana otra vez, quien sabe, quizá haya oportunidad para que conversemos de nuevo.

(Espero que sí)

Hasta mañana,
Mi chico de ojos tristes y sonrisa encantadora.

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Los quiere, Kaiby
<3

Mi chico de los ojos tristes © || En ProcesoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora