🍬Cajita de recuerdos

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«No me enamoré de su físico
ni me deslumbró su figura.
Me conquistaron sus ojos»
🍬

POV Valeria.
Actualidad.

El clima concordaba con mi ánimo.
Una nube grisácea cubría el cielo dándole paso a mis viejos recuerdos.

De pronto unas diminutas gotas de agua tan cristalinas y puras en el aire flotaban, hasta llegar a su destino e impactarse en la tierra, dejando solamente recuerdos de su corta existencia.

—Gran metáfora de vida —cubrí mi cuerpo con el poncho afelpado de florecitas y di un sorbo a mi humeante taza de café.

La vida se compone de distintos momentos. Algunos de ellos son buenos, los cuales se convertirán en hermosos recuerdos. Otros serán malos, pero estos nos darán experiencia y total sabiduría para seguir viviendo.

Pero yo no puedo entender. No quiero.

No acepto ni quiero hacerlo.

Vivir sin él no es vivir. Los momentos a su lado acribillan a mi pobre corazón destruido.

Sus recuerdos me duelen más a mi que a él, solo quiero volver atrás y no permitir que se fuera de mi lado.

—Hace demasiado frío —susurré dejando escapar una pequeña nube de humo de mi boca.

Quité la sábana de mi cuerpo y de puntillas corrí hasta mi cama. Dejé la taza vacía sobre mi tocador y me lancé de bruces contra la suave y acogedora cama.

Me di vuelta como una gran foca y ladee la cabeza. Fue allí cuando la vi.

Esa hermosa caja hecha de madera de roble con la frase que tanto escribí: Mi chico de los ojos tristes grabada en una perfecta letra en carta sobre la tapa.

Todos mis recuerdos pasaron como una pequeña cinta cinematográfica en mi mente, dejando a mi corazón vulnerable.

—Amor —suspire sintiendo como una lágrima se deslizaba por el rabillo de mi ojo.

Por instinto tomé la cadenita que colgaba de mi cuello y con mis dedos delinee la diminuta forma de una de las dos llaves que de ella se sostenían.

Mis palpitaciones se agitaron y en mi garganta cansada volvió a aparecer uno de esos ya habituales nudos que me obligaban a quebrarme.

—Siempre te recuerdo.

Cerré con fuerza mis ojos, tratando de convencer a mi mente de no abrir aquella caja que resguardaba los momentos más sensibles de mi pasado.

Pero como instinto masoquista me levanté y dirigí mis débiles pasos hasta aquella caja.

La tomé entre mis brazos tratando de contener mi creciente dolor y caminé a paso lento hasta mi cama.

Y allí estaba yo frente a mi pasado, con el poder de revivirlo un momento solamente con introducir esa llave en el.

Así lo hice. Me quité la cadenita del cuello y la miré fijo, para luego introducir la llave que abriría la casi invisible cerradura que resguardaba la caja.

Le di vuelta y con lentitud abrí la tapa.

Todo. Todo estaba allí.

Las cartas, los dibujos y esa libreta azul repleta de canciones.

Mi vida, mis recuerdos y mi corazón quebrantado se encontraban dentro de esa caja.

—¿Qué hago? ¿Leerlo y recordar todo? —dije mirando fijo el interior de la caja— ¿O ignorarlo y enterrar todo en lo profundo de mi corazón?

Pensé un instante hasta llegar a una conclusión.

—La segunda no es una opción.

Decidida busqué lo que tenia en mente leer hasta encontrarlo.

32 cartas intactas aproximadamente si la memoria no me falla. Todas selladas como nuevas, cada una contenía los momentos más lindos que pasé a su lado.

Abrí la primera y comencé a leerla.

Y desde el momento en que pronuncie la primer palabra escrita en esa hoja amarillenta supe que no tendría vuelta atrás.

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Los quiere, Kaiby
<3

Mi chico de los ojos tristes © || En ProcesoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora