🍬Recuerdo del baile bajo la lluvia

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«Y busqué en tantos brazos el calor que me faltaba. No lo encontré, porque eras tú a quien mi cuerpo necesitaba»
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POV Valeria.
Recuerdo.

¿Quién en su sano juicio se pondría un vestido, cuando en las noticias anunciaron vientos fuertes y posibilidad de lluvias en la ciudad?

¡Ding, ding! Así es amigos, Valeria Brown.

No entiendo como le pude hacer caso a Cynthia y colocarme el vestido color rosita que me recomendó. Aunque conociendo a mi amiga, para ella es completamente normal salir sin suéter y con mini prendas de vestir en pleno invierno. Lo contrario a mí, que si en mis manos estuviera, llevaría mi cama y cobijas a todos lados.

—Uh, cuanto frío hace —tartamudee caminando con más velocidad de la que mis zapatillas de tacón me permitían. Como se imaginarán, pasé de ser una chica, a la versión live-action de Bambi bebé.

El camino hasta el lago de la ciudad donde Santi me esperaría, era de aproximadamente 30 minutos a pie desde mi casa, por lo que llevar zapatos altos tampoco fue favorable esta vez.

Y para agregar a mi lista de infortunios, estaban mis intensos nervios en aumento.

¿Qué le diría?

¿Y si nada es igual?

¿Y si lo arruino?

¿Y si pasa una paloma sobre mí y...?

—Debes estar tranquila, deja de pensar en tantas desgracias —mentalicé, rogando a Dios que nada malo sucediera.

La velocidad de mis pasos titubeantes fue en disminución, al echar en cuenta de que había llegado a mi destino, sin estar preparada.

—¡Chispas! —solté en un refunfuño. Y sí, no acostumbro a decir groserías, prefiero... desahogarme con "insultos sutiles" que se decían en décadas pasadas.

Mi corazón comenzó su habitual desenfreno de latidos descordinados, los mismos que siempre me acechaban al visualizar a ese chico, cuyo recuerdo había permanecido impregnado en mi mente todo este tiempo.

Él estaba ahí, recostado bajo la sombra de un frondoso árbol. Su mirada estaba perdida en una dimensión para mí desconocida, que siempre lo hacía perder la noción del tiempo.

—Osito... —mi voz inaudible rogaba porque fuera escuchada. Mi corazón batallaba por correr a esos brazos que por tanto tiempo había estado anhelando. Pero mi temor, el miedo, esa inseguridad que me apresaba le decía a mi mente que era momento de huir, huir como siempre lo hago.

—Es mejor esconderse del peligro y salvarse, que enfrentarlo sin miedo y llegar a quebrarse —analicé las palabras que sin querer se habían adueñado de mi mente.

Irme. Huir. Correr. Olvidarlo...

—¿De qué servirá huir para salvarme, si entre sus brazos se encuentra mi refugio? —habló mi sentido común, ese que sabía claramente que mi modo de defensa solo traería más dolor—. ¡Andando!

Dibujé una sonrisa en mis labios rosados y caminé firme, con leves tropiezos, pero segura.

Pero todo ese avance que obtuve durante mis 5 minutos de meditación interna se fueron por la borda cuando su rostro giro y su mirada curiosa se poso sobre la mía, conectándonos.

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⏰ Última actualización: Sep 25, 2022 ⏰

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Mi chico de los ojos tristes © || En ProcesoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora