Capítulo 17: Protección.

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En el vuelo de regreso a Nueva York

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En el vuelo de regreso a Nueva York.


Jennie, Rosé y Jisoo estaban sentadas en ese orden en una fila de tres asientos al final del avión que las iba a llevar de vuelta a la ciudad donde habitaban. Las tres estaban de brazos cruzados y portando un ceño fruncido que se veía habitualmente en la surcoreana, de vez en cuando en Rosé y raras veces en la bailarina. Al mismo tiempo, las tres chicas miraban fija e intensamente a la fila de adelante, parecía que cada una con su mirada quería derribar el asiento que tenían enfrente.

Cada pocos minutos, resoplaban exagerada y coordinadamente tratando de hacer notar su malestar. Al parecer, como los resoplidos no funcionaban, Jennie y Jisoo miraron a su amiga sentada entre medio de ellas para que tomara otro tipo de iniciativa. Rosé aceptó la responsabilidad que le fue dada y con su pie derecho le dio una fuerte patada al asiento que tenía adelante, pero nada pasó.

Rosé apretó sus labios y ayudada por los brazos de su propio asiento, tomó más impulso, y le dedicó una, aún más fuerte que la anterior, patada al objeto de su ira, pero nada. El asiento vibraba un rato, pero luego se quedaba quieto como si nada y el rostro familiar que las chicas esperaban ver tras el impacto no se hacía presente.

La empresaria miró a sus amigas buscando apoyo y ambas asintieron. Con su mano, Rosé contó hasta tres. Al tercer dedo levantado, las tres chicas tomaron impulso y le pegaron una patada al asiento del medio de la fila de enfrente. Rápidamente volvieron a su pose inicial de brazos cruzados y se hicieron las desentendidas. Si el chico de seis filas adelante se había parado de su lugar para ver qué pasaba, el cuerpo que tenían en la fila de adelante también lo tenía que hacer.

Y así fue.

Una cabeza llena de cabello negro apareció detrás del asiento golpeado, al parecer se había arrodillado en su propio asiento para poder prestarles atención a las chicas. Con una sonrisa pícara, con la cabeza torcida y la boca abierta, Lisa las miró una por una.

—¿Si? ¿Necesitan algo? ¿Pasa algo? —les preguntó. Por más que Lisa ya sospechaba por qué venían las patadas, tampoco estaba dispuesta a meterse en ese terreno con tres mujeres que eran capaces de derrotar a Sportacus tan solo con sus filosas lenguas y sus miradas atemorizantes. La pelinegra era un poco boba, pero tampoco tanto.

Jennie y Rosé resoplaron y hablaron a la vez.

—No pasa nada. ¿Acaso nos tendría que pasar algo? —contestó Rosé sin mirar a la chica.

—Lo que pase no es de tu incumbencia, jirafa rara. ¿Por qué debería de importarte a ti? —le dijo Jennie, mirando sus uñas.

Cuando la tatuadora miró a la bailarina buscando la respuesta que faltaba solo la encontró mirando para otro lado de forma enojada y balanceando su pie derecho fuertemente.

NO SOY PARA TI / CHAELISA G!PWhere stories live. Discover now