Capítulo 39: Uuu... uuu.

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En el jardín de la casa de los Park.

Rosé llevaba casi una hora viendo jugar a su novia con sus dos hijas desde una de las reposeras que rodeaba la piscina.

—Dios mío, no se cansan nunca —murmuró la rubia para sí misma.

Si bien disfrutaba con la risa de sus tres mujeres preferidas, le era imposible evitar que su cuerpo deseara a Lisa con tanta ferocidad, su cuerpo hervía y no era precisamente por el sol. Rosé no sabía si era por sus hormonas o por qué diablos, pero necesitaba a Lisa Manobal ahora mismo. No aguantaba más y lo más probable es que le quedara poco tiempo para que la casa se volviera a llenar de gente de nuevo. Miró su reloj y decidió tomar cartas en el asunto.

—¡Hora de la siesta! —anunció y se levantó de la reposera para tomar dos toallas e ir a recibir a sus hijas.

—¡Nooooooooooo! —Lisa y Beth se quejaron. En un descuido y por la recepción de la mala noticia, la pelinegra soltó a Lili y la pequeñita se hundió de inmediato hasta que la tatuadora la rescató a los segundos.

—¡NOOO! ¡LLENA! ¡GRRRR! —Lili reaccionó más tarde en cuanto su cabeza salió a la superficie. Escupiendo un poco de agua y con una enorme sonrisa que demostraba que para nada le molestaba hundirse en el agua y lo aguantaba bastante bien, protestó el fin de la diversión. Al parecer, la pequeña pelinegra se había quedado fascinada con la gigante ballena inflable.

Rosé miró a las dos pelinegras y a la rubia con una ceja levantada. De inmediato llevó sus manos a su cintura para resaltar su punto con su postura.

— ¡Yo puedo hacel eso! —anunció Beth desde el agua, mostrándole a las dos pelinegra como movía sus cejas igual que Rosé.

—Hacer, Beth —la corrigió Rosé—. Hacerrrr —resaltó.

Lili y Lisa fruncieron el ceño de forma tan idéntica que Rosé no pudo evitar soltar un bufido. Ambas pelinegras querían levantar una sola ceja, pero siempre fracasaban.

Beth miró de inmediato a Rosé y el aire de superioridad de la rubia la hizo reír de nuevo. Rosé estaba segura de que iba a perder esta batalla.

—No pueden hacerlo —se burló la pequeña, levantando su ceja—. ¿Las viste, mamá? No pueden hacerlo —se rio un poco más.

—Por supuesto que no, cariño, solo las rubias podemos —agregó malvadamente.

Beth miró a las dos pelinegras—. ¡Las rubias al poder! —salpicó agua desde su ballena hacia las otras dos.

Lisa protegió a Lili con su propio cuerpo—. Lili aguanta la respiración —dijo Lisa, protegiéndola del agua que salpicaba Beth.

Rosé volvió a soltar una carcajada cuando vio como los cachetes de la pequeña pelinegra se inflaban para retener el aire como Lisa le había enseñado.

Segundos después la tatuadora y la pequeña desaparecieron debajo del agua y Rosé pudo ver como su novia llevaba por debajo del agua a Lili rumbo a la ballena inflable. Alguien iba a pagar sus aires de superioridad con un buen chapuzón. Beth terminó en el agua en lo que las otras dos tardaron en voltearla.

La rubia agitó su cabeza, parecía que iba a estar una hora más bajo el sol y para esa altura la casa ya se iba a llenar de vuelta; se iba a tener que resignar. Suspiró y miró a su pelinegra. La travesía debajo del agua había hecho que los bóxers de Lisa se bajaran un poco y eso permitió a que Rosé pudiera ver un poco del trasero de su chica. La rubia pudo distinguir perfectamente dos colores de piel como consecuencia del sol y eso le hizo llegar a su mente los recuerdos de la primera noche que pasaron juntas. Lisa se había quedado impresionada con sus colores. Rosé no podía esperar a ver la reacción de la pelinegra esta vez.

NO SOY PARA TI / CHAELISA G!PWhere stories live. Discover now