Capítulo 37: Wiwi.

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En el living de la casa de los Park.

—¿Qué pasó? ¿Cómo estás? ¿Dónde está Lisa? ¿Y Lili? ¿Cómo te fue en la playa, cariño? ¿Te divertiste? ¿Quieres comer algo? —estás fueron tan solo unas de las tantas preguntas que Rosé le entendió a su madre en cuanto Beth y ella entraron en la casa. Unas iban dirigidas a la rubia y otras a la pequeña que llevaba en sus brazos. Rosé las distinguió por el tono que usó su madre para las de ella; un tono inquisidor, mientras que las preguntas hacia Beth iban con toda la dulzura posible.

Rosé giró los ojos ante la locura de Haneul.

—Estoy bien, mamá. Tengo mucho en mi cabeza, pero estoy bien —aseguró—. Lisa y Lili están juntas —contestó, bajando a Beth para que la pequeña fuera a saludar a los recientes hospedados en la casa Park.

Al parecer, ya todos estaban más tranquilos y con la llegada de Marco los grupos se habían dividido y las conversaciones eran variadas y con un aire más ligero.

—¿Las dejaste solas? —preguntó Haneul, sorprendida.

—Sí, madre —no necesitaba que Haneul le recordara las ganas que tenía de estar espiando esa interacción—. Me cuesta —confesó—, pero Lisa tiene que encontrarse con su hija y Lili con su madre —afirmó con seguridad y caminó hasta donde Jennie ya estaba lista para la cita con su impecable vestido negro y su cabello alisado.

La surcoreana hablaba con Lawan, Marco y Minho en lo que parecía una animada conversación y Rosé estaba segura de que sea lo que sea que estuvieran hablando, al menos la iban a alejar de la mirada inquisidora de su madre e iba a hacer que su mente saliera al menos un poco de la playa.

—Estás preciosa, Jen —la felicitó Rosé.

—Lo sé, Rosie —admitió su socia con poca humildad—, pero escucha esto... —señaló a Marco— te vas a morir cuando te enteres. Empieza a hablar viejito número dos —Minho y el padre de Lisa giraron los ojos.

—Buenas tardes, Rosé —el hombre pasó de la orden de Jennie y priorizó la educación saludando a la que aún era novia de su hija antes que nada—. Tengo entendido que recibiste una pequeña sorpresa, ¿es así? —lo decía por Lili. Rosé asintió con una sonrisa—. Y también tengo entendido que mi hija dejó la famosa semilla en tu vientre...

—¡Oh por Dios! —Jennie no evitó la carcajada—. ¿La semilla? ¿En serio? —miró a Marco—. Ya tenemos una monja que se encarga de decir esas estupideces así que tú lo tienes que decir tal cual es, viejito número dos. ¡Tu hija preñó a Rosé! ¿Escuchaste? —entre adultos la surcoreana no se controlaba—. Tú hija y su inmenso rarón le llenaron la cocina de humo a mi amiga y—

—Jennie, hija mía —la hermana Ana aparecía en la conversación, silenciando a la joven surcoreana—. ¿Qué es lo que te ha hecho alejarte del rebaño de Dios? ¿Con qué pecado te has dejado tentar por Satán? —la mujer se persignó.

Jennie abrió los ojos grandes—. Eh, eh... hermana, no es lo que...

—Hija mía, voy a rezar por ti y cuando volvamos le voy a pedir al padre que te exorcice —concluyó la monja—. Mientras tanto sería bueno que rezaras cincuenta padres nuestro y cincuenta ave maría, hija. ¡Tenemos que sacarte de ese mal camino! —la monja dio media vuelta y dejó el grupo.

—No te preocupe, Jen—Rosé vio la cara de su amiga y le palmó la espalda—. Poco va a tardar la hermana en darse cuenta que tú del mal camino no sales ni porque te bañes en agua bendita —todos se rieron.

NO SOY PARA TI / CHAELISA G!PWhere stories live. Discover now