Capítulo 11 ;; Puertas y serpientes.

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Malcolm.

Cuando uno es pequeño, pocas veces se cuestiona los ideales y las opiniones de su familia. Piensa que si lo dicen sus mayores, entonces ha de ser lo correcto, porque "los adultos siempre tienen razón".

¿Qué es "tener razón" en un mundo que cambia constantemente y en donde los niños son quienes más acceso a la información tienen?

A medida que uno va creciendo y madurando, se le abren puertas; puertas que, para algunos, estaban cerradas con miles de candados, y otros sólo tenían que buscar la llave debajo del tapete.

Se da cuenta de que las cosas no son ni blanco ni negro; ni esto ni lo otro; ni sí ni no; hay matices. Y nadie es ni muy bueno ni muy malo. Ni siquiera sus padres, a quienes idealizó toda su infancia.

Se abren puertas. Es una lástima que yo no pueda pasar ni por el umbral de muchas de ellas.


—Buenas noches, Malcolm —dice él, con ese tono tan serio y suyo que a Mer le pondría la piel de gallina.

A veces me da risa imaginarme la situación; América de un lado de la mesa, Felipe del otro. Él le haría una pregunta acerca de sus peculiares vestidos y ella abriría los ojos como platos y buscaría los míos, presa del pánico, para que la ayudara. O tal vez, se encogería de hombros y se acomodaría su vestuario sin poder ocultar lo ofendida que está. ¿Quién sabe? Es una jodida caja de sorpresas y apenas se da cuenta.

—Buenas noches, padre —a continuación, tomo la mano de mi madre y dejo un beso en el dorso. —Madre, te ves encantadora como siempre.

—Muchas gracias, hijo —sus labios rojos se expanden, revelando una sonrisa de dientes blancos. —Espero que nos traigas buenas noticias el día de hoy.

Mi hermana me observa con fijeza. A pesar de que no le dije nada, debe tener una idea de qué hacen aquí.

—Podría decirse —trago en seco. Esperan que les diga que he conocido a una mujer francesa y de clase alta. Esperan que les cuente lo bien aprendida que es y cómo me obedece. Esperan tantas cosas... Y ninguna de ellas es realista. —Vengan, pasen. La cena estará servida en un momento en el jardín.

Me siguen a través del recibidor, la sala de estar y la sala principal, mientras en mi mente sólo puedo pensar en una persona; América.

Y no sólo a causa de la conversación que estamos por tener, sino también porque, en el último tiempo, evocar sus recuerdos se ha vuelto una especie de mantra para mí.

Ella es eso que me recuerda que soy más que un títere de mi padre.

—Es un jardín encantador, Malcolm —expresa mamá, mirando a su alrededor, encantada.

—Sí, Malcolm, muy encantador —burlona, mi hermana sonríe con inocencia, así que la mayor no captura la ironía, pero Felipe le dedica una mirada de advertencia.

Sophia odia a Rose. Es más que una sospecha. Me lo ha dicho.

Sin embargo, no creo que sea así. Sí, Rose le debe haber hecho la vida imposible para que "sea una señorita" y "cambie sus modales". Sí, le debe haber intentado enseñar que sólo sirve para obedecer a su marido, sonreír y dejar que su amado la utilice como juguete sexual. Sí, siempre nos ha dejado al cuidado de niñeras y nunca ha estado para nosotros. Sí, que sea su familia no significa que deba quererla.

Pero también sé que, debajo de ese escudo que se creó, se esconde una niña asustada y herida. Sólo que lo manifiesta mediante la ira.

Y yo, en cambio, soy quien calla y obedece la mayor parte del tiempo.

Sobre el amor y otros clichés (‹‹Serie Lennox 1››)Onde as histórias ganham vida. Descobre agora