Extra; La familia Koch.

525 68 37
                                    

Malcolm.

Me enteré de que la empresa de mi padre cayó en bancarrota de la peor de las formas.

No porque mi madre o mi hermana me hayan dicho, sino porque la televisión se encargó de informarme.

América, sentada a mi lado en la mesa, me observa con preocupación. Puede que el resto no note lo desenfocado que estoy, pero ella... Ella siempre parece saber cuando algo anda mal. Una de sus manos, en la que tiene el anillo de bodas, pasa de su vientre a mi rodilla.

—Cariño, ¿me acompañas afuera un segundo? No me siento bien.

Soph y África la observan con preocupación.

—¿Qué tienes? —Pregunta mi hermana y se inclina sobre los platos para ponerle una mano en la frente. —¿Te duele la cabeza? ¿Náuseas? ¿Quieres agua? ¿Quieres recostarte un rato?

—No, no. Sólo estoy un poco mareada y necesito aire. —Le sonríe con tranquilidad y, sin darme opción, se pone de pie y se encamina al jardín.

Una vez afuera, toma mis mejillas y me obliga a mirarla, cosa que, sin notarlo, no hice en todo el día. Y fue un error, pues mirarla es una de las cosas que más paz me generan.

—Habla conmigo...

Suelto un pequeño suspiro y rodeo su cintura con mis brazos.

—No sé cómo sentirme.

—Está bien si te sientes mal... O bien, no lo sé. Él te ha causado mucho daño...

—Pero sigue siendo mi padre. Esta situación es una mierda...

—¿Por qué no hablas con él?

—No. —Niego con la cabeza, decidido.

—Malcolm...

—No voy a hacerlo.

—Quizás deberías...

—Lo siento, Mer, pero no. —Me aparto de ella para pasarme las manos por el rostro y poder pensar con claridad por tan solo un segundo.

—Perdóname por insistir. —Susurra y vuelve a acercarse para abrazarme.

A veces, en sus acciones, aún guarda cierta cautela, como si temiera que yo explotara. Sé perfectamente por qué. Pero está bien; es todo un proceso. Su instinto no desaparecerá de un día para otro, sino poco a poco. Mañana a mañana.

—No, cariño. No hiciste nada malo, no pidas disculpas. —Murmuro, besando su frente. —Sólo estoy un poco estresado.

—Lo mejor que puedes hacer es dejar de pensar en eso por un rato y distraerte. —Se pone de puntillas para darme un casto beso.

Alzo las cejas con diversión.

—¿Me está ofreciendo distracción, señorita?

Se sonroja como un tomate cuando la acorralo entre mi cuerpo y la pared, delineando la línea de su clavícula con mi dedo índice.

—E-eh... Yo...

—¿Uhm? —Divertido, me inclino para rozar su mandíbula con mis labios.

Es adorable. Pueden pasar los años, y seguirá poniéndose nerviosa ante la mínima referencia sexual... si es que la capta.

—¡Malcolm! —Chilla en un susurro. Sus manos se aferran a la tela de mi camisa. —Tenemos visitas.

—¿Y? Es más divertido.

—¡Y estoy embarazada!

—Un besito no le hace daño a nadie...

Suelta una pequeña risita y, cuando mis labios se unen con los suyos con cierta desesperación, un pequeño jadeo se escapa de sus labios.

Sobre el amor y otros clichés (‹‹Serie Lennox 1››)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora