Capítulo 15 ;; Decisiones familiares.

548 82 12
                                    

Si en algo es perfecta Asia, además de en todo, es en encontrar personas en internet sin necesidad de más que su nombre. Es una stalker profesional.

Así que, cuando le pedí que buscara a Maya, nunca dudé de que lograría hallarla.

—Es tonta, tengo cero dudas. ¡Se la pasa subiendo todo a redes! ¿Es que no sabe que es peligroso?

La indignación de mi hermana me hace reír.

—Ya suenas como una treintañera.

—Calla y anota el instagram antes de que cuelgue.

Me muerdo el labio y retengo una risa mientras anoto en un papel para no olvidarlo. Maya es de esas personas que, por alguna razón, ponen su número en la biografía, así que también cuento con ese contacto.

—Bueno, dejando esto a un lado... ¿Cómo va todo por ahí? ¿Ha sucedido algo interesante? ¿Conociste a algún médico o médica sexy? —inquiero y recargo la barbilla en la mano con interés.

—¡América! —protesta, mirando hacia los lados para verificar que nadie haya oído y acercándose a la cámara con mirada desaprobatoria. —Tengo novio.

—Sí, sí, lo recuerdo. Pero... ¿no has conocido a al...?

—¡Voy a colgar!

—No lo hagas. Una vez que tienes tiempo para tu pobre hermanita...

—No es mi culpa —suspira pesadamente. —Los cursos me están consumiendo todo el tiempo y la energía.

—Pero eres señorita perfecta, así que los terminarás con las mejores notas.

Asia se queda unos momentos en silencio antes de responder.

—Sí, supongo.

—¿Vendrás para navidad, no?

—Claro. Estaré ahí el 17 de diciembre si todo sale bien.

—Te extraño, ¿sabes?...

Los humanos somos jodidos; no echamos de menos a alguien hasta que está lejos, porque pensamos que estará a nuestro lado siempre. Supongo que es verdad que lo que más queremos es lo que no podemos tener.

—Y yo a ustedes —asegura haciendo un mohín. Una voz, ahogada por la lejanía y la mala conexión, le dice algo y ella suelta un resoplido por lo bajo. —Ahora tengo que irme, pero sabes que puedes escribirme si necesitas algo. Por cierto, ¿quién es ese tal Malcolm que África me ha nombrado? ¿El tipo del bar?... ¿Estás saliendo con él? —frente a mi falta de respuesta, suelta una exclamación ahogada. —¿Estás saliendo con él?

—¡Adiós!

Presiono el botón del teléfono en rojo y la imagen de mi hermana asombrada se queda congelada unos momentos en la pantalla antes de desaparecer. Aún riéndome sola por su reacción, me pongo en pie y tomo mi abrigo.

Malcolm, que ahora parece vivir más en mi departamento que en su casa, sale de la cocina y me rodea la cintura con los brazos.

—¿Ya te vas? —se queja, dejando varios besos en mi mejilla.

—Puedes acompañarme si quieres.

Sin dudarlo dos veces, se coloca los zapatos y nos dirigimos a su auto.

En el camino, envío un par de mensajes que son respondidos más rápido de lo que esperaba. Eso no calma mi ansiedad. Me estoy metiendo en un lugar que no me corresponde, tal como dijo Maya, pero creo que vale la pena.

Malcolm me ayuda a clasificar novelas y ordenar las estanterías durante toda la tarde. Me gusta tenerlo cerca porque, cada vez que estoy a punto de estallar por los nervios, él encuentra la forma de evitarlo.

Sobre el amor y otros clichés (‹‹Serie Lennox 1››)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora