Después de mucho tiempo, Francesca regresa a un pequeño pueblo en el estado de Washington para vivir con su padre, Charlie Swan. A sus casi dieciocho años, espera tener un último curso de preparatoria tranquilo.
¿Será prudente la presencia de ocho v...
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Ese día, Jasper no la dejó conducir de regreso a casa.
Bella se había ido en el coche con Edward, y seguramente, se quedarían horas platicando afuera de su casa, como lo habían hecho la última semana. Por eso, el rubio le quitó las llaves de Joan y la llevó él mismo. Francis no se opuso, estaba mentalmente agotada después de llorar en el baño de la escuela.
En el camino, no se dijeron nada, pero la castaña había decidido que quería hablar con él para aclarar las cosas. De una vez por todas. O bueno, casi, porque no tenía ganas de resolver nada en ese preciso instante.
Jasper estacionó a Joan cuidadosamente en la entrada y le lanzó una mirada ansiosa. —¿Te sientes mejor?
—No mucho, para ser sincera. Me duele la cabeza.
—Deberías dormir un poco —sugirió el rubio—. Tal vez comer algo.
Francis negó. —No tengo mucha hambre, pero me iré a recostar un momento.
—Claro.
—Sí —musitó, mordiéndose el labio—. Uhm. ¿Hablamos mañana? ¿Aquí, en mi casa?
Jasper asintió. No necesitó usar su don para percibir los nervios de Francis, y no sabía si eso era bueno o malo. —Vendré a eso de las dos, ¿está bien para ti?
—Sí —respondió—. Bella saldrá con Edward mañana, creo; y, aunque es fin de semana, mi padre estará en la comisaría. Así que podremos hablar a solas.
—Hasta mañana, Frannie —susurró Jasper, preguntándose si tal vez aún había esperanza para ellos. Después de todo, su humana quería reunirse con él a solas, ella todavía confiaba en que él no le haría daño.
Ambos bajaron de la camioneta y el rubio se separó, siguiendo el camino hasta el bosque. La castaña, en cambio, entró a su hogar y fue directo a su habitación cobijarse dentro de su cama. Casi enseguida, una lluvia torrencial se soltó por encima de su cabeza, lo que la ayudó a quedarse dormida más rápido.
Algunas horas después, Francis no supo exactamente cuántas, la despertaron los gritos de Bella:—¡Francis! ¡Tenemos visitas!
La mayor se levantó y bajó a ver quién había llegado. Al pie de la escalera, vio cómo entraban tres personas a toda prisa sacudiéndose la lluvia.
—Menuda sorpresa —estaba diciendo Charlie.
—Hace ya mucho tiempo que no nos vemos. Confío en que no sea un mal momento —respondió Billy, escudriñando a Bella.
—No, es magnífico. Espero que se puedan quedar para el partido.
Jacob mostró una gran sonrisa. —Creo que ése es el plan, nuestra televisión se estropeó la semana pasada.
Billy le dirigió una mueca a su hijo y añadió: —Y, por supuesto, Jacob deseaba volver a ver a Bella.
Jacob frunció el ceño y agachó la cabeza mientras que Francis reprimía una risa.
