Capítulo 12. El despertar

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DOS AÑOS ANTES

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DOS AÑOS ANTES.

Fuego.

Lo único que Francis sentía eran las llamas ardientes de un fuego interminable recorriendo todo su cuerpo.

Y dolor.

El cuerpo de Francis dolía como el infierno. Era todo en lo que podía pensar. Quería morir, o nunca haber nacido. Todo el dolor de su existencia no se asemejaba a esto. No valía vivir con eso por un solo latido más.

¿Qué había hecho Francis para merecer aquello? No lo sabía. No podía recordar absolutamente nada. Todo era oscuridad, fuego y dolor.

"Déjenme morir, déjenme morir" —repetía en su interior.

Francis podía sentir que el control de su cuerpo regresaba, y esa fue la primera señal de que el tiempo transcurría. Pudieron haber sido segundos o días, semanas o años, pero eventualmente, el tiempo pasó a significar algo para ella.

La interminable quemadura seguía violentamente. No quería gritar, no quería moverse. Tenía la suficiente fuerza para quedarse inmóvil mientras era carbonizada viva.

El sentido del oído se hizo más y más claro, podía contar los latidos frenéticos de su propio corazón marcando el tiempo. También había pasos, el susurro del aire impulsado por una puerta abierta. Los pasos se acercaban más, Francis sintió presión en la parte interna de la muñeca.

Después de lo que pareció una eternidad, dolor estaba saliendo de su cuerpo. El fuego en su garganta no era el mismo de antes. No solamente ardía, sino que también se secaba. Tan seca y tan sedienta. El fuego quemaba, y quemaba la sed.

Sus latidos, ya demasiado rápidos, se aceleraron. El fuego condujo su ritmo a un nuevo paso frenético.

—¿Enrico? —escuchó claramente una voz de hombre, con acento italiano.

El fuego se retiraba de sus extremidades, dejándolas sin dolor y frías. Pero se acumulaba en su corazón, el cuál ardió con más fervor y latió a una nueva velocidad.

Escuchó más pasos, alguien abrió una puerta y entró a la habitación.

—Escucha —dijo esa misma voz.

El sonido más alto en el cuarto era su frenético corazón.

—Ah —dijo la voz del recién llegado, también con un acento marcado—. Ya casi termina.

El alivio de las palabras del desconocido fue eclipsado por el dolor insoportable en su corazón, el cual palpitó hacia su último latido.

El fuego se retiraba, concentrándose dentro de ese órgano humano con una oleada final. Su corazón galopeó dos veces más y paró. No volvió a latir.

Y luego, Francis abrió los ojos.

La habitación estaba a oscuras. No había luz filtrándose por ningún lado, pero todo estaba tan claro. Afilado. Definido.

FRANCESCA SWAN || Jasper Hale ✓ *Editando*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora