๛ trece.

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CHARLOTTE BRZENSKA.

No logro mentalizarme al hecho de que tendré que estar tres días sola con Jean, pero supongo que podré sobrellevarlo, o al menos eso espero.

De cara a la gran puerta trasparente que da entrada al aeropuerto, mis nervios no hacen más que aumentar por cada segundo que pasa, sin embargo me tragué toda mi ansiedad y apreté con fuerza el mango de mi pequeña maleta para así caminar hasta el lugar en dónde Jean dijo que me estaría esperando. El aeropuerto por lo general siempre está repleto de gente, por lo que no me sorprendió ver a montones de personas moviéndose ajetreadas de un lado a otro, sin embargo tampoco les presté especial atención, pues era obvio que yo estaba buscando a una sola persona en específico.

Jean.

Así es cómo la pequeña yo comenzó a buscar entre el mar de gente, una persona altísima de cabellera castaña que sobresaliera entre el resto, no sería difícil encontrarlo, o al menos eso creía yo; pero si hay algo en lo que destaco, es en tener mala suerte, ya que no encontré a Jean con la mirada.

Nada, no estaba.

Fruncí los labios y saqué mi teléfono dispuesta a llamarlo. Fue así que comencé a buscar su número entre todos mis contactos y al encontrarlo, presioné el botón verde para iniciar la llamada; me llevé el teléfono a la oreja mientras veía a las personas caminar apresuradas arrastrando sus maletas y bastaron sólo unos segundos para que pudiese oír su voz al otro lado de la línea.

—¿Sí?

Su voz siempre se oía más ronca de lo normal cuándo hablábamos por teléfono y realmente aún me sorprendo de lo mucho que me puede hacer sentir sólo con su voz, es asombroso.

—¿Dónde estás? —cuestioné— Ya llegué al aeropuerto y no veo rastros ni de tu sombra.

—Uh, sobre eso... Puede que me haya atrasado un poco el tráfico, pero ya estoy llegando, lo prometo.

Su voz se oía agitada, cómo si estuviese caminando lo más rápido que sus largas piernas le permitían y también se oía bastante ruido de fondo, así que evidentemente estaba en un lugar con bastante gente.

—Mierda, Jean. ¡Te dije que llegaras temprano! ¿Dónde demonios estás?

—Estoy literalmente detrás de ti.

Colgó la llamada y antes de que pudiera voltearme, sentí sus grandes manos sobre mis hombros y sentí todo un escalofrío recorrer mi espina dorsal ante el solo contacto de sus manos con mi piel. Me volteé en menos de un segundo y fue entonces que lo vi, tan lindo cómo siempre, estaba de pie frente a mi. Su cabello lucía un poco más desordenado que otros días, sin embargo no se veía mal, portaba unos jeans negros comunes y una camisa del mismo color cuyos dos primeros botones estaban abiertos dejando ver sus clavículas y sus mangas estaban arremangadas, dejando al expuesto sus fuertes antebrazos.

Dios santo, que hombre.

—Lamento llegar tarde, ¿te parece si lo remedio invitándote un café antes del vuelo?

Pensé en negarme, realmente estaba un poco molesta porque habíamos acordado que él llegaría temprano al aeropuerto, sin embargo sus ojitos color ámbar denotaban arrepentimiento sincero y vamos, quién soy yo para negarme ante tal mirada.

—Pff, está bien.

Con una de sus manos comenzó a revolver mi cabello y luego me dio una sonrisa, haciéndome sentir las tan conocidas mariposas en el estómago, sin embargo logré ocultarlo debido a que de inmediato comencé a ordenar mi cabello mientras bajaba la mirada para ocultar así mi más que evidente sonrojo.

troublemaker | jean k.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora