๛ treinta y siete.

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—No irás a trabajar y punto, Charlotte. Deja de ser tan absurdamente testaruda y hazme caso aunque sea una vez en la vida, Dios santo.

—Puedo ir.—insistió aún sin pararse de la cama.

Era la mañana del dos de septiembre, el clima estaba fresco y Charlotte tenía bastantes cosas que hacer. Entre ellas, ir a trabajar y luego ir al cumpleaños de Nath; ¿el problema? Había despertado con unas naúseas horribles, según ella eran gracias a que la noche anterior había comido demasiada pizza y chatarras junto a Floch, pero el pelirrojo no se tragaba eso.

—Dudoso, comimos lo mismo y yo estoy bien.

—¡Porque mi estómago siempre ha sido más sensible que el tuyo, idiota! —exclamó frustrada y buscó rastro de comprensión en el rostro de su mejor amigo, pero nada— Ugh, está bien, no iré a trabajar pero ni creas que voy a faltar al cumpleaños de Nath, de seguro en la tarde estaré mejor.

—Claro.

El pelirrojo, quién llevaba prácticamente viviendo con Charlotte desde la discusión con Jean, salió de la habitación en dirección a la cocina con su teléfono en mano. Sí, estaba sumamente molesto con Kirschtein por cómo había tratado a Lottie, pero observaba la situación desde fuera y lograba entender los motivos tras el comportamiento de Jean, no lo culpaba, sólo le molestaba un poco.

Se apoyó en la isla de la cocina y tras presionar un contacto, se llevó el teléfono al oído mientras oía cómo el tono indicaba que la llamada estaba siendo procesada. Un par de segundos fueron suficientes para que la llamada fuese contestada y se oyera un poco de ruido del otro lado de la línea.

—¿Y ese milagro que me llames a las siete y media de la mañana?

—No creas que estoy feliz de tener que hablar contigo, Kirschtein.—gruñó y suspiró pesadamente antes de volver a hablar— Lottie no podrá ir a trabajar hoy.

Todos los sentidos de Jean se alarmaron ante esas siete palabras y se puso tenso, demasiado.

—¿Estás con ella? ¿Está bien?

—Estoy con ella hace dos días cuidando que no haga alguna estupidez y no, no está bien, tiene un poco de náuseas pero relájate, seguramente debe ser que algo le cayó mal y ya.

Jean se tensó aún más si es que aquello era posible, odiaba el hecho de que Charlotte estuviese enferma y no poder cuidarla, se sentía mal novio.

—Ya veo... Cuídala bien, ¿sí?

—Yo siempre la he cuidado bien.

Dijo aquello y colgó la llamada con un poco de molestia en sus acciones, estaba frustrado y de hecho bastante molesto con Jean. En su lugar él habría ido corriendo hasta Charlotte aún si estaban peleados, pero suponía que no podía juzgar las acciones del castaño, después de todo no era nadie para hacerlo. Dejó su teléfono sobre la encimera y se dirigió a ver qué tal seguía su mejor amiga, sin embargo en cuánto entró a la habitación de la menor, lo único que vio fue un bulto bajo las sábanas durmiendo plácidamente abrazada a un peluche de osito que había sido un regalo de Jean. Una sonrisa algo cansada se asomó en los labios del pelirrojo y abandonó la habitación de Charlotte en silencio mientras un leve bostezo escapaba de sus labios.

Sólo esperaba que las cosas entre ese par mejoraran pronto, realmente no le gustaba para nada ver así de mal a su mejor amiga y una de las personas más importantes en su vida.

[...]

—¿Qué te cuesta ayudarme? —cuestionó la adormilada Charlotte siguiendo a Floch cómo un perrito a su amo por todo su departamento— Por favor.

troublemaker | jean k.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora