๛ dieciséis.

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Al llegar a la habitación de hotel, lo primero que Charlotte hizo fue darse una ducha para posteriormente ponerse pijama y dormir un par de horas debido a la gran falta de sueño de la noche anterior. Las horas que durmió le sirvieron a Jean para poder hablar con Marco y también pensar, ya que el hecho de que la fémina no estuviese revoloteando a su alrededor lo dejaba centrarse más en sus sentimientos.

Eso hizo, replantearse sus sentimientos.

Llegó a la acertada conclusion de que nuevamente estaba sintiendo lo que era enamorarse. ¿Estaba asustado? Sí, no quería volver a vivir lo mismo que con Bonnie, sin embargo también tenía la certeza de que Charlotte no era la clase de chica que lo dejaría de la noche a la mañana sin explicación alguna.

Se encontraba sentado en el sofá leyendo algunas cosas en su teléfono cuándo sintió el sofá hundirse a su lado y ni siquiera tuvo que voltearse, él ya sabía quién era.

—¿Qué lees? —cuestionó con voz aún adormilada.

—Algunas tonterías de arquitectura, nada realmente importante.—dejó su teléfono de lado y volteó a ver a la chica a su lado— ¿Tienes hambre?

—Quiero pizza.

—Pizza será entonces, llamaré a los de servicio a la habitación.

El castaño se levantó parar ir a efectuar la llamada por lo que Charlotte se quedó completamente sola en el sofá; si bien seguía algo adormilada, estaba lo suficientemente consciente cómo para saber lo que hacía. Con pesadez en su cuerpo y cierta pizca de flojera en sus acciones, se puso de pie y comenzó a caminar hacia Jean; sus pies cubiertos únicamente por unos calcetines cortos tocaban el frío de la cerámica del suelo transmitiéndole frío a todo el cuerpo, sin embargo no le importaba mucho en ese momento.

Llegó hacia dónde estaba Jean, la posición en la cuál estaba de pie hacia que le diera la espalda, pero eso a Charlotte le dio igual. Abrazó al castaño por la espalda, cruzó sus brazos por el firme abdomen del mayor y dejó caer su frente sobre los omoplatos.

Estando con él se sentía querida.

Jean colgó el teléfono y se volteó en su totalidad para quedar de frente a la chica más linda que había visto en su vida, posando sus grandes manos en la pequeña cintura de Charlotte mientras ella seguía sin soltarlo.

—¿Ocurre algo? —cuestionó mirando hacia abajo con una sonrisa debido a la gran diferencia de altura.

—Quiero estar contigo, eso es todo.

Las manos de Jean subieron hasta su rostro, en dónde acunó sus mejillas para luego rozar sus narices. Charlotte cerró sus ojos en espera de un beso, sin embargo aquel beso nunca llegó, pues el castaño simplemente estaba admirando lo bonito de su rostro mientras acariciaba lentamente sus pómulos con las yemas de sus pulgares.

—¿Por qué eres tan bonita?

—¿Q–Qué?

—Me gustan tus ojos y la forma en que brillan cuándo hablas de algo que te gusta, tus labios que se abultan cada vez que no puedes ganar en una discusión y tus pecas, que no sé porque las maquillas si lucen preciosas en ti.—tomó un leve respiro y continuó— Me gustas tú.

Charlotte se quedó pasmada, no fue tanto por la confesión de Jean, sino por el hecho de que se había fijado en detalles tan pequeños cómo el brillo de sus ojos o sus pecas. Ni siquiera Floch, quién había sido su relación más larga, se había fijado en detalles tan pequeños sino hasta después de casi dos años.

Aquello le tocó un poco el corazón.

Estuvo a punto de corresponder la pequeña confesión de Jean sin embargo la puerta de la habitación fue tocada dos veces, dando aviso que a gloriosa pizza había llegado. Se separó rápidamente del castaño en un silencio increíblemente abrumador y observó de reojo cómo este se alejaba.

troublemaker | jean k.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora