๛ veinte.

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—Charlotte...

—No.

Un suspiro cansado salió de los labios de Ymir y entre sus pensamientos trató de buscar alguna otra excusa para acercarse a Charlotte. Desde aquella pelea que habían tenido el viernes que la castaña no le dirigía la palabra y cada vez que se acercaba para intentar arreglar las cosas, Brzenska se negaba.

Seguía molesta.

La pecosa iba a continuar con su intento de salvar su amistad, sin embargo antes de que pudiese siquiera abrir la boca, la figura de Mikasa Ackerman caminando con seguridad hacia el puesto de Charlotte la hizo desistir de sus acciones. La pelinegra también lucía molesta.

—Necesito ver a Jean, rápido.

Apenas Charlotte levantó la vista de su computadora, le temblaron hasta las rodillas. Mikasa le daba miedo por el mero hecho de que se notaba que la heredera de los Ackerman la odiaba y con cada acción lo hacía notar aún más, causándole cierto temor a la menor.

—S-Señorita Ackerman... No sé si el arquitecto Kirschtein pueda atenderla justo ahora. ¿Gusta tomar asiento mientras espera?

—¿Acaso no oíste, niña? Dije rápido, no me interesa si Jean puede o no, ve a decirle que necesito verlo urgente, muévete.

Charlotte tenía muchísimas ganas de gritarle por tratarla así, sin embargo se limitó a mantenerse al margen de la situación y continuar actuando cómo la profesional que era aún si su voz temblaba cada vez que le hablaba a Mikasa. Se puso de pie y caminó hasta la oficina de Jean en dónde tocó tres veces la puerta antes de que el castaño le diera el pase para poder entrar. Al estar ya dentro, se permitió cerrar la puerta y soltar un suspiro agotado.

Estaba harta.

—¿Por qué traes esa carita? —cuestionó Jean con preocupación— ¿Pasó algo? ¿Volviste a discutir con Ymir?

—Peor que eso, vino Ackerman a verte.

—¿Levi? —preguntó con el ceño fruncido.

—Mikasa.

Jean se puso de pie y caminó hacia Charlotte quien yacía cruzada de brazos con cara de pocos amigos. Al estar lo suficientemente cerca de ella, tomó su mentón y la obligó a mirarlo, en sus orbes verdes había molestia.

—¿Celosa?

—No, es sólo que... ¡Agh! Ella me odia, ¿bien? Y cada vez que tiene la oportunidad me trata cómo una basura.

Y si que tenía razón, Jean tampoco era idiota, había notado que en cada ocasión en que ambas chicas se encontraban, Mikasa hacía hasta lo imposible por hacer sentir mal a Charlotte. Ya fuesen miradas cargadas de enojo, gritarle, hacer comentarios fuera de lugar respecto a ella o simplemente frases para hacerla sentir mal, siempre estaba la intención de ver mal a Charlotte.

Y Jean seguía sin entenderlo.

—Sabes que a la gente cómo Mikasa es mejor ignorarla y ya.—dejó un casto beso en los labios de Charlotte y luego besó su frente— Dile que pase, ¿bien?

—Ajá.

—Y sonríe, te ves preciosa cuándo tienes una sonrisa en el rostro y a Mikasa le va a molestar verte sonriendo.

Aquello logró hacer que las pálidas mejillas de Charlotte se tornaran de un adorable color rosa y saliera de la oficina con una sonrisa en el rostro, la cual se tornó en una falsa apenas vio la cara de pocos amigos de Mikasa, quién estaba cruzada de brazos esperando una respuesta.

—¿Y bien? —enarcó una ceja hacia Charlotte.

—El arquitecto Kirschtein dice que puede pasar, adelante.

troublemaker | jean k.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora