๛ cuarenta.

623 94 45
                                    

La música sonaba bastante distante a los oídos de Charlotte, podía ser por varias razones: el tintineo de los cubiertos de las personas golpeteando constantemente los platos de cerámica, las conversaciones indistintas que se podían oír por todo el recinto o el hecho de que estaba demasiado nerviosa. A lo único que estaba prestándole atención era Jean, y era precisamente él quien la hacía ponerse nerviosa.

—¿Amor? ¿Estás bien? —cuestionó Jean con preocupación al ver a su pareja tan ida.

—¿E-Eh? —balbuceó— Oh... Sí, es sólo que me perdí en mis pensamientos.

Una sonrisa de compresión se dibujó en el rostro de Jean y sostuvo delicadamente la mano de Charlotte por sobre la mesa, acariciándola con las yemas de sus dedos, transmitiéndole paz. Se permitió perderse en sus verdes orbes por un par de segundos y ella también sonrió producto de los nervios.

—Relájate, ¿sí? Sabes que adoro salir contigo, no te traje aquí por algo malo, deja de sobrepensar.

—E-Es que... No lo sé, Jean. Anoche estabas nervioso cuándo me dijiste cenáramos hoy, y me trajiste prácticamente al restaurant más costoso de Nueva York.

—Tú tranquila.—le dio una sonrisa que transmitía calma aún si él estaba el triple de nervioso que ella por lo que iba a hacer— ¿Quieres pedir el postre o aún no?

—Nop, déjame descansar un poco.

Somethin' Stupid – Frank Sinatra, Nancy Sinatra

Jean comenzó a sentirse ansioso, la presencia de Charlotte lo ponía así. Sabía lo que tenía que hacer, lo había ensayado diez veces con Marco y otras diez veces con su mamá, no podía salir mal, sin embargo ahora sus palabras se quedaban atascadas cómo un nudo en su garganta, no salían y únicamente se limitaba a observar y admirar a la chica frente a él.

—Jean.—recibió un leve apretón de manos y volvió a la realidad— Ahora el distraído es otro, ¿qué ocurre?

Tenía que hacerlo.

—Eres adivina.—soltó— Si te traje aquí para algo en específico.

—¿Q-Qué?

Charlotte lucía hermosa con aquel vestido que tan bien resaltaba el verde de sus ojos y el labial rojo que se había aplicado, no había maquillado sus pecas y su rostro lucía levemente más bonito que otros días, eso ponía a Jean más nervioso de lo que ya estaba, pero tenía que.

No podía salir mal.

—Desde el día que te conocí me cautivaste de una forma inimaginable, al principio sólo te veía cómo la chica bonita que sería mi asistente, pero con el paso de los días comenzaba a caer más y más, no lo quise notar, no quería enamorarme pero entonces llegabas y me sonreías de una manera tan bonita que no pude evitar caer.

—¿Sí? —cuestionó sin quitar sus ojos de encima de Jean, con una sonrisa tonta en el rostro— ¿Y qué más?

—Y ahora estoy aquí contigo y probablemente te diga algo estúpido cómo "te amo", pero es la verdad, porque te amo tanto, Charlotte... Te amo tanto que adoraría pasar cada segundo del resto de mi vida contigo y que tu rostro sea lo primero que vea al despertar.

Su mano libre buscó dentro de los bolsillos internos de su saco hasta dar con aquella pequeña cajita de terciopelo azul y la sacó de ahí, mostrándosela a Charlotte quién estaba con sus verdes orbes brillantes debido a las lágrimas que se habían acumulado en sus ojos. No se lo creía, ¿realmente aquello estaba pasando?

troublemaker | jean k.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora