๛ veintidós

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⚠️ advertencia: contenido sexual explícito.

JEAN KIRSCHTEIN.

—Jean... Más rápido..

Los jadeos y gemidos de Charlotte eran cómo música para mis oídos. No se suponía que terminásemos follando a las casi ocho de la mañana, pero una cosa llevo a la otra y terminamos una vez más enredados en las sábanas de mi cama.

Sus gemidos iban en aumento a medida de que aumentaba la velocidad de mis estocadas. Ella en sí lucía cómo un sueño, sus mejillas estaban sonrojadas, sus ojos cerrados y su cuerpo entero estaba cubierto en su totalidad por una fina capa de sudor mientras que de su boca cada vez salían más gemidos, jadeos e incoherencias.

—Jean voy a...

—Hazlo.

Aceleré aún más la velocidad de mis movimientos, apreciando cómo sus pechos rebotaban con cada estocada que daba. Sus paredes me apretaban cada vez más y no era necesario ser adivino para saber que con un poco más de estimulación, ella se correría nuevamente.

Así que decidí molestarla un poco.

—¿Sabes lo bonita que te ves desde aquí? —cuestioné apretando con fuerza uno de sus pechos, haciéndola gemir aún más alto— Recibiéndome tan bien...

—A-Agh..

El cuerpo entero de Charlotte se deshizo en espasmos y temblores para finalmente, romper aquel nudo en su estómago y llegar al orgasmo mientras gemía mi nombre. Por mi parte, un par de embestidas más fueron suficientes no sólo para alargar aún más el clímax de mi acompañante, sino que también lo fueron para llegar a mi propia liberación. Me quedé un par de segundos quieto y luego salí de Charlotte, quitándome de inmediato el condón para ponerme la ropa interior y posteriormente, tirar el preservativo en el cesto de basura del baño.
Observé a Charlotte, cubierta únicamente con la sábana y con su antebrazo cubriendo parte de su rostro, su respiración aún era irregular y las marcas rojizas que dejé en su pálida piel aún no relucían por completo, aunque les doy tres horas para que cambien a un tono violáceo mucho más notorio.

—Tendrás que maquillarte eso..—señalé.

—Muy gracioso, Jean. ¿Acaso tengo que recordarte que tu cuello está igual o peor que el mío?

Y tenía razón, porque tanto ella cómo yo nos habíamos tomado bastante tiempo entreteniéndonos con el cuello del otro.

Observé cómo Charlotte envolvía su menudo cuerpo con las blancas sábanas y se sentaba en el borde de la cama mientras esperaba que el temblor en sus piernas se regulase un poco. Su ropa seguía doblada sobre mi escritorio, y aparentemente ahora mismo le daba un poco igual que estuviésemos atrasados para el trabajo.

—Dúchate aquí, yo me ducharé en el otro baño.

Me di la media vuelta para dirigirme al baño, sin embargo la suave voz de Charlotte detuvo mis acciones: —Espera...

—¿Ocurre algo?

—Sí..—su mirada estaba fija en el suelo y no me hacía falta ser adivino para saber que estaba avergonzada— ¿Puedes darme un beso?

Sonreí y asentí varias veces antes de dirigirme a ella. El hecho de que le gustaran los mimos después del sexo era aún más adorable en ella, porque siempre era tan ruda y seria que nadie pensaría que en realidad es cómo un osito cariñosito. Al llegar a ella, tomé su mentón suavemente con mi mano y delineé su labio inferior con mi pulgar, haciendo que sus pupilas se dilataran.

—Los que quieras.

Finalmente, acerqué mi boca a la suya y uní nuestros labios en un beso tierno. Sus pequeñas manos buscaron las mías y las entrelazó tímidamente mientras nuestros labios seguían moviéndose a un compás lento una y otra vez.

troublemaker | jean k.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora