Guilty

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Las únicas células humanas que no poseen la capacidad de regenerarse son las neuronas. Por tanto, en teoría, estaba jodida. Todavía no entendía cómo Lauren podía estar a mi lado, hablar conmigo…  Con cada intento de comprensión, sentía que se paralizaba al menos el setenta y cinco por ciento de mi cerebelo. Se le veía tan tranquila con toda esta situación que me preguntaba si no era realmente un sueño, la pérdida del juicio o un estado de abducción producido por el consumo de algún psicotrópico. Dejé la botella de agua vacía en la encimera mientras observaba a la morena prestar total atención a la pantalla de su antiguo móvil con Gracie dormida en su regazo.

- Eh, Lauren. – La llamé un poco indecisa.

- ¿Qué pasa?

- Aún hay muchas cosas que no me quedan claras. – Suspiró antes de apartar la vista del aparato.

- Lo sé, me siento igual.

Estuvo a punto de hablar pero se vio interrumpida por el tintineo de unas llaves. En el umbral de la puerta apareció Dinah con una bolsa de KFC en una mano y Normani a su lado sosteniendo una caja de pizza. Me sorprendió verlas allí porque habían evitado nuestro apartamento desde el accidente.

- Llegó la reina. – Fue el primer atisbo de diva que mostró la menor de nosotras en quince días. Dejé que una fugaz sonrisa se posicionara en mis labios, aunque se borró en el segundo que recordé que Lauren estaba ahí. – Mierda, Chancho, parece que está nevando aquí.

- Buenas tardes, Dinah. – Respondí irónicamente a su inexistente saludo.

- ¿Cómo has estado? – Preguntó Normani con timidez. Ninguna quería tocar el tema más allá de lo tolerable, mucho menos después del altercado con Ally.

- Intentando seguir adelante, ya sabes. – Tomé una bocanada de aire y lo expulsé lánguidamente para destruir el nudo que atentaba con formarse en mi garganta.

- Estoy aquí, Camz. No pasa nada. – Me sobresalté al escucharla tras de mí.

- ¿Todo bien, Mila? – Inquirió con cierto recelo.

- Enciende la calefacción o me voy a congelar el culo.

- ¡Dinah! – Exclamamos al unísono. Seguía siendo igual de desastrosa que en la adolescencia.

- El tuyo es más grande, deberías cuidarlo mejor.

La risita de Lauren me erizó los vellos de la nuca. Era muy extraño ser consciente de que solamente yo podía notar su presencia. Las tres nos acomodamos en el sofá mientras la ojiverde se tendía en medio de la alfombra con la emoción ahogando sus fanales. Contuve las lágrimas que atentaban con salir sólo de pensar en la posibilidad de que ella no pudiese compartir nunca más con nosotras, de que su voz ronca no se llenara de pasión cuando defendía su opinión ante cualquier persona. Sacudí la cabeza para no caer en otro episodio depresivo.

- Mila. – Normani llamó mi atención con una suave sonrisa. - ¿Pizza o alitas de pollo?

- Pizza. – Respondí de inmediato sin apartar la mirada de Lauren.

- Los profesores están preguntando por ti, Chancho. – Habló Dinah con la boca llena de carne, pero aún así percibí la preocupación que intentaba esconder.

Enseguida noté cómo mi mejor amiga arrugaba el entrecejo desaprobatoriamente. Me lanzó la típica señal de “ya hablaremos más tarde”. Tragué un pedazo de la masa triangular para no parecer tan asustada, no obstante, los nervios me estaban consumiendo. Los regaños de Lauren hacían temblar hasta al más valiente, de hecho, de las pocas veces que había visto a Dinah llorar por haber defraudado a alguien, fue cuando recibió una reprimenda de Lolo por haber suspendido Literatura en el Instituto. Recordaba la decepción en los ojos verdes de Lauren y las lágrimas corriendo libremente por las mejillas de la menor.

𝓓𝓸𝓷'𝓽 𝓨𝓸𝓾 𝓡𝓮𝓶𝓮𝓶𝓫𝓮𝓻Où les histoires vivent. Découvrez maintenant