Within

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Disfrutaba de muy pocas cosas desde que había despertado. Se resumían en Lauren. Todo lo que proviniera de ella se convertía en mi nueva predilección; desde el olor de su perfume hasta el libro de poesía que descansaba en su regazo en las noches que el sueño la vencía y terminaba dormida en el incómodo sofá. No importaba cuánto le pidiera que fuera a casa, ella siempre se negaba a apartarse de mi lado cuando llegaba el ocaso. A veces accedía a compartir el escaso espacio en la cama de hospital y despertaba a la mañana siguiente con su brazo rodeando mi cintura. Abría los ojos con una leve sonrisa en sus apetecibles labios, pero ahora mismo podía jurar que dagas invisibles se incrustaban a mi cuello con cada mirada retadora lanzada por la ojiverde. Sus fanales crepitaron por la ira cuando la mano de Matthew se paseó por mi brazo sano en un nada sutil intento por mantener contacto físico conmigo desde que entró a la habitación. El ambiente se notaba caldeado, tenso. El galeno no dejaba de coquetearme, Lauren a penas y podía mantener una postura impertérrita y Tyron intentaba mantenerse ajeno a aquel escenario, no obstante, sus oscuras pupilas me fulminaron de un momento a otro cuando se supo desatendido. Había captado el rumbo de mis ideas. Su mandíbula se cuadró justo como hacía un par de meses atrás. No pude evitar que los flashbacks me translocaran a aquella fiesta...

Mis incursiones en la moda nunca fueron demasiado fructíferas, para ser honesta. A los dieciséis años solía usar unos lazos que mi mejor amiga hallaba extremadamente tiernos pero que aborrecían al resto de mis allegados. Unos años después entendí que esos despampanantes accesorios no eran la clave para llegar a la cúspide social dentro de mi Instituto. Lauren mandaba a callar a Dinah cada vez que intentaba burlarse de mis fallidos outfits en la adolescencia, pero ahora que Normani iniciaba una carrera en el modelaje, podía recurrir a su inagotable buen gusto para elegir un atuendo adecuado. La morena también hacía gala de un estilo exquisito, sin embargo, ir de compras con ella era una tortura para mis hormonas. Me arrastraba hacia los probadores, me obligaba a cambiarme unas innumerables veces de ropa y, por si fuera poco, se deshacía de cualquier tejido que cubriera su hermoso cuerpo.

- Tienes que usar esta falda en la fiesta. - Me acercó a ella entre esas cuatro paredes de cartón que se veían tan frágiles como yo en esos segundos. - Te queda preciosa, Camz.

- L-Lauren. - Mi voz tamborileó en mis cuerdas vocales. Sólo pude contener un suspiro cuando sus manos se aferraron a mis caderas. - Deberíamos salir de aquí antes de que cierren el centro comercial.

- ¿Tienes miedo a quedar encerrada aquí? - Acercó su rostro al mío en un movimiento capaz de arrancarme el oxígeno. - ¿Le sigues temiendo a la oscuridad, Camzzi?

- Llevabas años sin llamarme así. - Confesé para calmar la tórpida aceleración de mi miocardio. Sus pestañas se agitaron pícaramente a la vez que sus labios se posaron en la base de mi cuello.

- ¿En serio? - Sonrió sin saber cuánto afectaba a mi estabilidad el roce de su boca contra mi piel. - Has crecido mucho, nena. A veces me cuesta trabajo asimilar que ya no eres mi Camzzi.

- Siempre lo seré, Lern. - El agarre se intensificó, justo como mis deseos de gritarle que se dejara de rodeos y me hiciera suya contra el enorme espejo que adornaba el cubículo. Pero mi cerebro parecía mantenerse medianamente sensato aún cuando hizo eco en mi consciencia el desgastado mantra: es tu mejor amiga heterosexual.

- Hemos estado alejadas estos últimos meses. - Admitió en voz queda, como si le costara aceptar la realidad. - Sé que no es el momento...

- Me interesa hablar de esto contigo. De hecho, me interesa hablar cualquier cosa contigo siempre y cuando no esté tu novio interrumpiendo. - Mis dedos se enredaron en su cabello, ella soltó un suspiro resignado. El tema Tyron no era de mi agrado.

𝓓𝓸𝓷'𝓽 𝓨𝓸𝓾 𝓡𝓮𝓶𝓮𝓶𝓫𝓮𝓻Where stories live. Discover now