Forgiveness

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Un átomo demora en desintegrarse 20 milmillonésimas de una milmillonésima de segundo. Más o menos el tiempo que tardaron mis células para quedar disfuncionales cuando mis labios tocaron los de Lauren en un beso que extrapoló mis sentidos a otro planeta. Tal vez ella era mi planeta particular. Mi hermoso planeta de ojos verdes.
Una mano vagó por mi espalda hasta tomarme de la nuca, obligándome a abrir la boca para recibir aquella lengua escurridiza que se enredó con la mía como la serpiente del Edén al árbol del fruto prohibido. Un suspiro amortiguado delató el placer que estaba experimentando la morena en cuanto atrapé su labio inferior con mis dientes. Dejé salir un jadeo desesperado cuando su mano libre apretó mi trasero.

- Siempre quise hacerlo. – Murmuró sobre mis labios.

- Hazlo. – Imité la filosofía de vida que ella misma había propuesto. Masajeó mis glúteos con paciencia mientras su boca comenzó a succionar el lóbulo de mi oreja. – Mierda, Jauregui.

- ¿Qué pasa, Camzzi? ¿Esta puta te calienta?

Estuve a punto de protestar, pero la mordida que dejó en mi cuello fue motivo suficiente para ignorar el rencor que goteaba por su voz.  Mis dedos se aferraron a su cuero cabelludo para que no dejara de besar mi pulso. El fuego corroía mis venas y el frío que una vez llegó a desprender ella, se había convertido en un dulce hilo de saliva en mi hombro. Sonrió victoriosa al escuchar por segunda ocasión consecutiva mi quejido lujurioso que aumentó sus decibeles cuando unos dedos traviesos jugaron con el vilo de mi blusa. Se separó de mí sólo para regalarme una panorámica de sus orbes que habían sido engullidos en su totalidad por la oscuridad de las pupilas, por otro lado, el verde esmeralda tomó un matiz más salvaje que parecía estar a segundos de devorarme viva, justo como el fuego valyrio. Coló sus manos por debajo de mi ropa, dejando una estela de temblores a su paso. Sus ojos no se habían desconectado de los míos en una lucha que yo había perdido hacía mucho, sin embargo, no desplegaría mi bandera blanca ante ella. Parecía que Lauren se estaba cansando de ese diálogo de miradas, así que volvió a situar sus labios en mi piel, esta vez muy cerca de mi escote. Las palmas de sus manos acunaron mis senos para elevarlos lo suficiente y dejarlos al alcance de sus labios. Esta vez recogí su cabello en una coleta, tirando con fuerza de ella. Chasqueó su lengua desaprobatoriamente.

- Las riendas las llevo yo, Cabello. – Liberó su melena y con un movimiento ágil, aprisionó mis manos tras mi espalda.

Mi pecho quedó al descubierto cuando la morena bajó mi blusa con una habilidad sospechosa. Desapareció uno de mis pezones en su cálida boca. Vi el cielo, las estrellas y hasta uno de los diez anillos de Saturno. Si no era lo suficientemente delirante ver al espíritu de tu mejor amiga que estaba en coma, venía yo a enrollarme con este. Estás demente, Karla. Mi conciencia intentó hacerme entrar en razón pero las caricias de Lauren impedían que realizara una correcta sinapsis. Abandonó su tarea con un tortuoso recorrido por mi abdomen. Baja un poco más, imploré mi fuero interno.

- ¿Qué quieres? – Interrogó con una clara expresión de victoria en su rostro.

- Y-yo. – Tartamudeé, presa de la vergüenza.

- Lo dijiste en voz alta. – Se jactó de mi desliz, dejando un soplo de aire templado en la ardiente piel de mi pelvis. – ¿Vas a volver a frenarte? ¿No aprendiste nada, Camilita?

No sabía cómo no la había dejado ahí, de rodillas y sin entregarle lo que buscaba. Porque te está encantando lo que está haciendo. Buen punto. Contuve la respiración cuando sus uñas trazaron espirales en mi monte de Venus. ¿Cuándo había desabrochado mi pantalón? Esos detalles no importaban realmente, mis pensamientos estaban centrados en un único objetivo.

- ¿Qué quieres? – Repitió esta vez con un tono autoritario pero inocente. Una combinación que hizo flaquear aún más mis defensas. Si es que había tenido alguna.

𝓓𝓸𝓷'𝓽 𝓨𝓸𝓾 𝓡𝓮𝓶𝓮𝓶𝓫𝓮𝓻Where stories live. Discover now