Thanks

320 28 142
                                    

El dolor muscular era terriblemente intolerable para mí si había sido provocado por el ejercicio físico, sin embargo, cuando desperté a la mañana con unos rayos de Sol bañando mi desnudez, sólo pude sonreír. Estiré las piernas con esas deliciosas agujetas en la parte trasera. Giré por todo el colchón sólo para soltar un grito emocionado contra la almohada. Había tenido sexo con Lauren Jauregui, mi hasta entonces mejor amiga. ¿Cómo sería nuestra relación a partir de ahora? Me aterraba la idea de que ignorara el hecho de que nos habíamos acostado cuando yo misma no iba a ser capaz de superar nunca la actitud sensual y dominante que exudaba la morena. La pasión con la que me besó, la exactitud con la que me tocó, la habilidad de su lengua... Entonces las imágenes lujuriosas de la noche anterior se detuvieron en mi mente para que un tornado de dudas se abriera paso en mi cabeza. Lauren desprendió una confianza envidiable; parecía muy segura de lo que estaba haciendo en todo momento: desde que sus labios se posaron en los míos hasta cuando yo estaba encima de su cuerpo. Controlaba cada paso como si hubiese recorrido la silueta femenina en un pasado no lejano. A esas dudas se le sumaron otras cuando caí en la cuenta de que estaba sola. ¿Se habría marchado como en mis sueños, me habría dejado en la soledad de un páramo dubitativo e inseguro? Los miedos se esfumaron en el segundo que apareció con una bandeja entre sus manos, las mismas que me habían acariciado hacía unas horas. Agradecí estar recostada en la cama o mis rodillas no hubiesen sostenido mi peso. Sobrevivir a una sonrisa de la ojiverde parecía ser una batalla titánica para mis articulaciones.

- Buenos días, preciosa. - Su saludo matutino contrajo hasta la última capa de tejido epitelial de mi estómago, lo que provocó que cientos de mariposas revolotearan libremente en mi sistema digestivo.

- Hey. - Le correspondí con un tímido gesto, sin incorporarme aún porque me sentía débil con su intensa mirada escaneando mi espalda descubierta.

- Vaya manera de iniciar el año. - Murmuró cerca, demasiado cerca. Dejó un beso en la tersa piel de mi hombro y yo sólo pude reaccionar a su cercanía como la adolescente hormonal que era cuando la tenía a escasos centímetros de mí. - ¿Cómo dormiste?

- Bien. - Mis neuronas se negaban a funcionar al máximo, lo que me dejaba con la única opción de lanzar monosílabos en un intento de concentrar toda la atención a los dedos de la morena que trazaban espirales por mi piel cual lienzo abstracto. - ¿Tú?

- De maravilla. - Cerré los ojos al percibir su aliento sobre mi oreja. - ¿Hambrienta?

- Mucho. - Contuve un jadeo cuando su lengua perfiló mi lóbulo en una burla obvia a mi autocontrol. - Lauren.

- Camila. - Replicó divertida. - Siéntate para poder alimentarte.

Le hice caso porque realmente podía morir de inanición, aunque prefería desayunarla a ella. Las hormonas van a acabar contigo, Karla. Mi fuero interno no se equivocaba. Las hormonas y Lauren estarían plasmadas como la causa principal de mi muerte en el acta de defunción. Hasta ese momento ella poseía todas las ventajas en aquel peligroso terreno carnal, no obstante, una vez que las sábanas se deslizaron hasta mis caderas y todo mi torso quedó desprovisto de protección, me supe con un atisbo de superioridad que no desaprovecharía. Sus iris se fundieron en la marea de excitación oscura que flameaba en sus pupilas cual mar de lava. La vi tragar saliva fuertemente y su respiración se volvió errática en el segundo que tomé un poco de miel con mi dedo índice. Lo llevé a mi boca para lamerlo con parsimonia, como si no estuviese famélica.

- Deja de hacer eso. - Gruñó pasado un tiempo de silenciosa tensión.

-;Si no he hecho nada. - Respondí con fingida ingenuidad. Observé cómo cortó el primer trozo del panqueque para depositarlo en mi boca apresuradamente.

𝓓𝓸𝓷'𝓽 𝓨𝓸𝓾 𝓡𝓮𝓶𝓮𝓶𝓫𝓮𝓻Where stories live. Discover now