Extra Navideño

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Diez años atrás... (7 años de edad, día de navidad)

Sin corregir...

Me escabullí en la cocina cuidando que mamá no estuviera a la vista; se supone que no tendría que estar aquí tan temprano pero el dulce aroma a vainilla me despertó y no pude evitar salir de mi habitación en busca de esa deliciosa fragancia.

Fui muy cuidadoso en todo momento, me asegure de que la habitación de mi hermanita estuviera cerrada y que ella descansará pacíficamente, si empezaba a llorar seguramente me descubrirían y no quería que todo mundo se enojara conmigo otra vez.

Mis pasos eran silenciosos como los de un ninja y las pantuflas de dinosaurio ayudaban al momento de caminar, eran muy cómodas y fabulosas además de que con ellas podía hacer de todo, incluso eran resistentes al agua; Mamá decía que eran unos zapatos horribles pero yo los amaba, eran un regalo de mi abuela y había prometido que siempre las mantendría junto a mi.

Los abuelos no nos visitaban a menudo por que cada que veían papá se ponía aún más gruñón al igual que mamá, aun así yo los quería mucho, ellos siempre nos trataban bien a Amelie y a mí y eran divertidos.

Al llegar a la cocina pude sentir aquel delicioso aroma cada vez más cerca, había una charola plateada en la encimera junto con otros dos platos gigantes, no lograba ver que tenían encima por lo que empecé a dar saltos mientras sujetaba al señor conejo para que no cayera al suelo.

"Galletas!!!"

Mi estómago emitió un ruido extraño en el momento que logre ver aquellas brillantes y deliciosas galletas de vainilla. Coloque mi peluche sobre la silla más cercana y intente subir, el banco se tambaleó y por poco caí al suelo, mis manos se agarraron de la encimera y contuve un grito mientras temía por la vida del señor conejo, lo había dejado en la orilla y él también pudo haber caído.

—Lo tengo, necesita estar más atento —Lo tomé en mis manos y lo señale con un dedo como Solía hacer mamá — por poco y morimos.

Lo abracé nuevamente y mire con asombro los tres platos de galletas que había frente a mi, tenían forma de reno y olían riquísimo.

—Tenemos el tesoro... —El Señor conejo observaba todo con maravilla y di unos pequeños saltos sobre la silla mientras festejaba con él —Tenemos que tomar todas las que sean posible y volver a la base.

Lo coloque al lado de las bandejas y toque con un dedo la superficie de las galletas, mamá decía que debíamos asegurarnos que no estaban calientes antes de tomar las cosas que salían del horno, en cuanto lo comprobé sonreí hacia mí peluche y empecé a tomar varias galletas. Metí algunas en mis bolsillo ocasionando que mi pijama se manchara de glaseado pero prefería tener mis galletas a tener la ropa limpia.

Use mi camiseta como saco y seguí tomando galletas, le extendí una al señor conejo y el la tomó con mucho gusto.

Tenía la ropa llena de migajas y chispitas pero aún no tenía galletas suficientes, quería tomar más para compartir con Allan en cuanto viniera de visita, a él le encantaba la comida y siempre le compartía de mis dulces porque era mi mejor amigo.

—Solo una más y podremos irnos... —Estire mi brazo intentado llegar a la charola de la esquina pero no lograba alcanzar las galletas por más que intentará.

—¡ Jayson! —Al oír el grito de mamá me sobresalte, mi brazo resbaló de la silla y caí al suelo en un ruido sordo.

Algunas galletas habían terminado en el suelo gracias a la caída pero justo ahora lo que más me preocupaba era la mirada amenazante de mamá, siempre ponía esa cara cuando me veía hacer alguna travesura ; Estaba en la entrada de la cocina sosteniendo a Amelie en sus brazos mientras me observaba.

𝖫𝗈𝗌 𝖯𝖾𝗇𝗌𝖺𝗆𝗂𝖾𝗇𝗍𝗈𝗌 𝖣𝖾 𝖩𝖺𝗒 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora