Capítulo 1 - DOLOR -

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... ahí está, con casi cinco años a punto de enloquecer, cuando tiene la conciencia de que puede mover ese coche con tan sólo pensarlo y no entiende lo que le sucede, pues a pesar de esa fuerza interna no puede salvar a su madre...
Una niña... que en este instante cree que es un monstruo... Cierra los ojos, pues siente que le queman, que arden, que son brazas que lastiman y luego de ese zumbido en los oídos que desconoce... Se desvanece...

Todo oscurece, todo calla...

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La sala de la casa Wykeham está llena de dolientes, todos vestidos de negro demuestran su duelo por la pérdida de la señora de la casa... el aroma a incienso y crisantemos invade el lugar, en medio de esta... colocado el ataud de color vino, aunque a los muertos no les interesa ya, pero los que quedan tratan de callar culpas con ornamentos, flores y oraciones; cuatro cirios lo rodean, junto a este ataud y de pie él, su esposo, Ralph Wykeham recibe los sentidos pésames de quienes viven en ese poblado y otros cercanos, pues la noticia del accidente de su esposa se ha esparcido por el lugar, al ser un hombre de negocios bastante conocido e importante, ya sea por curiosidad o verdadera empatia, lo visitan y le brindan sus respetos.

La nana Ulia, a pesar de todo lo sufrido el día anterior, ordena a la servidumbre, se encarga de absolutamente toda la atención, su mano derecha es una joven de nombre Juliette que tiene una niña mayor a Daisy en un par de años.

La cocina se llena de aromas a café y panecillos, también preparan pasa bocas para ser servidos a los que acompañan, para los que desean algo más fuerte, vasos de coñac o wisky. Las horas transcurren y todos abandonan la casa con lentitud, al día siguiente va a llevarse a cabo el entierro y será mucho más difícil para él...

Ralph Wykeham tiene una hermana en Europa, una mujer que con los años ha decidido no casarse, prefiere su soltería y disfruta de la herencia que le dejó su padre, con su parte fue él quien llegó a Norteamérica en busca de aventura y el convertirse en un hombre exitoso, en el camino conoció a la madre de su única hija... y ahora la pierde enviudando muy pronto, jamás lo imaginó.

Sentado frente a la enorme chimenea bebe, recuerda cómo fue esa primera vez al verla, recuerda aquellas pecas que adornaban su rostro, que se replican en su hija... Su hija, suspira con pesadumbre, no tiene idea de cómo criar una, su esposa siempre fue quien se encargo de esto, él de su trabajo y los fines de semana tratar de compartir con ambas. Pero de un día para otro todo ha cambiado, se pone de pie y se aproxima a ese ataud, Ulia esta ahí... Recorre con sus dedos este, no quiere verla, no lo hará, el accidente fue terrible, el coche la aplastó, nadie, excepto la nana, conoce lo sucedido con ese coche...
- debemos dormir... - dice con pesar y la mujer niega con la cabeza,
- no se preocupe señor, voy a velar a la señora, descuide, acuestese usted, mi niña va a necesitarlo mañana...

Ralph Wykeham exhala, observa el cuadro de su esposa, era hermosa...

Abre la puerta de su habitación, su cama con dosel está cerrada por las cortinas color esmeralda, se aproxima, las recorre y toma asiento junto a ella, duerme, acaricia su mejilla y recorre con sus dedos su rojo cabello, lágrimas llenan sus ojos, pensó en internarla, pensó en alejarla de su vida por breves minutos, en su desesperación, está arrepentido, al verla tiene la certeza de que debe protegerla, de que él es lo único que tiene y ella es lo único que tiene de Elena, su esposa... Besa su frente y la moja un poco con sus lágrimas, sale de ahí... Daisy abre los ojos...

Camina descalza y llega al salón, no siente frío, dentro el ataud y aquellos cirios encendidos alumbran de manera extraña, Ulia duerme, no la ha notado, son segundos, Daisy observa esta escena, aquellas flores, demasiadas, es un jardín tétrico, no puede creer que no volverá a verla... Camina hacia este, aproximándose lo suficiente para verlo y se acomoda en uno de los sillones, se recuesta de estómago y se queda ahí.

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