Capítulo 35 - BOSTON -

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Deborah llama por milésima vez a su celular o eso parece, camina de un lugar a otro, casi media noche y no sabe nada de Adam, toma asiento en uno de los sofás y observa por el enorme ventanal, pasan como veinte minutos y la puerta se abre. Es él, lleva su casco bajo el brazo, ella se aproxima...
— ¡Adam!... Te llame mil veces... ¿Por qué no contestabas?...

Él sonríe,
— tuve problemas con la motocicleta, no es nada, todo está solucionado... — miente...

— voy a darme un baño —  Adam sube por los escalones... Deborah parpadea, luego de un momento sube también, él se quita todo, ingresa a esa regadera, la piensa, es estúpido, no debe, moja su cabello y exhala, niega con la cabeza, tiene a Deb... trata de convencerse de que lo que hace está mal, puede no creer en el matrimonio, pero a su favor, cuando decide estar con alguien le es fiel, nunca le había sucedido nada parecido, siente sus brazos rodearlo y se gira, ella lo mira...
— te vas mañana... Con esa...

Adam apoya la quijada en su cabeza...
— no quiero discutir Deb, lamento... no haber llamado...

— pudiste viajar el siguiente fin de semana... Mis padres nos esperaban ahí... juntos...

— no es posible, el señor York debe de viajar a Londres, Deb...

— ¡viaja sólo!...

Adam se aparta y la mira, el agua cae...
— es mi asistente...

— ¡no confío en ella Adam!... — él se aparta, se siente culpable, moja su rostro, él no confía en sí mismo...

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... aquellos ojos tienen ese dorado, un reflejo del sol que se ve hermoso en ella...  se suelta de nuevo y retrocede,
- no me obligue... - una mano en frente que en segundos toma y baja para acercarla a él, en un movimiento ya abraza su cintura y están tan cerca...

... acaricia su mejilla y sus labios con el dedo pulgar, se aproxima y ella cierra los ojos, sus labios se tocan y es todo, él acomoda mejor su cabeza, su estatura ayuda y puede sentir el sabor de lo dulce en sus labios, cada movimiento es lento, no suelta esa mejilla...

Despierta... Observa a Deborah que  duerme desnuda y abrazada a él... Suspira pesado, otro sueño, Daisy con ese cabello largo y rojo lo atormenta de nuevo...

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Jim sonríe,
— ¿estás celosa?...

Daisy le saca la lengua y come...
— te odio Jim... Olvidaste a tu amiga... Osea a mí...

Ambos comen en el pequeño comedor, Jim toma del plato de su amiga,
— adoro esto, tu abuela debería de venderlos — Daisy sonríe...
— y jamás te olvidaría... debes estar preparada antes de media noche, necesitas estar un par de horas antes... pasaré por tí...

Ella come,
— gracias...

Adam ingresa entonces,
— provecho a ambos ... — Jim afirma con la cabeza, se sonríen, luego se dirige a ella — Puede marcharse ahora, partiremos a las tres de la mañana, organize su tiempo, pasaré a recogerla esta noche... a las diez... duerma...

Sale antes de que ella le diga de Jim, su amigo sonríe y come...
— eso es mejor... tú y él... — indica
— relájate, termina de comer y yo te llevo a tu casa...

Daisy mastica y traga, viajar con su jefe... es algo que no le agrada...

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Adam sale de su automóvil, esa puerta abre, sonríe al verla, lleva puesto ese abrigo rojo, también un gorro y una enorme chalina, todas las prendas tejidas por Brenda... un bolso de mano y una pequeña maleta...
— buenas noches señor... — menciona ella, Adam toma su maleta,
— buenas noches señorita Fawkner... — abre la puerta del acompañante, coloca atrás esta, acomoda el asiento y la invita a pasar, Daisy exhala y toma asiento, él puede notar ese rostro de cerca, las pestañas espesas y onduladas, ese brillo de labios, parece una niña que no quiere mirarlo, tan diferente a la mujer sensual que vio bailar la noche anterior, dentro ella siente su perfume, aclara la voz, lo ve caminar, lleva un abrigo largo, queda por encima de las rodillas, lo hace ver mucho más alto, él se sube y acomoda el cinturón...

RENACER Where stories live. Discover now