Capítulo 26 - DESPEDIDAS Y ENCUENTROS -

191 10 46
                                    

Daisy puede sentir lo caliente de su propia piel, lo mojada que esta al apoyar la frente en esa almohada, gime al sentir esa boca en su centro, la lengua que recorre y le produce tanto placer, no quiere que termine, a pocas horas de ese viaje una vez más sus pieles, mentes y almas se entregan.

No interesa que puedan escucharlos, están totalmente inmersos en lo que sienten y generan. Ben acaricia esa vulva húmeda con sus dedos, luego otra vez su boca que no se cansa de su sabor, de cada queja, temblor, agradece que la mujer que ha encontrado como pareja sepa comportarse así en su cama, ser tan sensual y poder llevarlo a su límite en la intimidad...

Ben se aparta y acomoda para penetrarla, inicia con ese movimiento sujetando su cintura, Daisy entre abre los labios y se sujeta a esas sábanas, cada sensación es intensa en ambos, estarán separados por un mes y cada uno quiere llevarse y quedarse un poco del otro.

Él incrementa el movimiento, choca su sexo tan duro en esos glúteos que se mueven perfectos, Ben da una palmada fuerte en ese trasero redondo, gruñe y Daisy sólo puede sentir las palpitaciones que la llevan a otro orgasmo luego de minutos eternos y sonríe, se pierde en esa sensación,
- Daisy... - ronrronea Ben sintiendola, la toma del pecho con una mano entonces y la acerca a su cuerpo, ella se sujeta a su cuello con un brazo y busca sus labios, el beso que llega es húmedo, perfecto... Inicia ese movimiento y ella puede sentirlo,
- voy a extrañarte... te amo tanto... - susurra ella si apartar sus labios de esa boca que recibe sus quejas y aliento..., Ben acaricia sus pliegues húmedos duplicando su placer, llevándola a la dulce muerte una vez más...

Sentado en el sillón de su habitación besa su espalda y sostiene de esa cintura, Daisy de espaldas a él se mueve y frota en la verga gruesa y resbala por esta una y otra vez, Ben abre más el compás de sus piernas, la sujeta con un brazo y comienza a llevar el ritmo de las estocadas... Daisy apoya su cabeza en uno de sus hombros, está a su completa y total disposición recibiendo aquel movimiento que le arranca un pequeño grito de ella que palpita en él y es tan intenso que Ben gruñe sintiendo sus paredes contraerse, no se detiene...

Luego de un tiempo eterno la levanta y besa, para recostarla en esa cama y acomodarla a él, quiere ver su rostro, cada gota de sudor en él, en sus senos, en su vientre, toma su cintura y toma el control, sus pequeños senos rebotan o se detienen con la intensidad en la que él se lo hace, la observa y sonríe, es suya, cada parte de su cuerpo, se queja sintiendo su orgasmo, gruñe cuando incrementa las estocadas y bombea dentro de ella, cierra los ojos tensando su espalda con movimientos más lentos y profundos, es estrecha y lo enloquece una vez más, cae sobre sus brazos sin lastimarla, la besa, ambos se sonríen mojados y satisfechos, se acomodan y abrazan, esas sábanas manchadas los reciben, su pequeño mundo en la intimidad por estas horas que les quedan juntos...

_-_

Ben se aproxima a su frente, la besa y luego besa sus labios, Daisy se toma a ese cuello, partirá y ella no quiere sentir lo que siente, pero ahí está... la tristeza dice presente, se abrazan, es muy temprano, no amanace aún, una hora para que suceda, el frío es palpable...
- pasará pronto... - le dice él cuando nota sus ojos húmedos, ella suspira y no puede evitar el llorar un poco, él la abraza de nuevo y se quedan así por un momento, la puerta llama, es Louise...
- señor, lo esperan... - dice muy bajo...

Daisy lo besa, luego de un tiempo que parece eterno para ambos él se aparta,
- te adoro... cuida tu don - le sonríe - y no faltes a clases... - le dice y toma su abrigo antes de que decida mandar todo al diablo y quedarse junto a ella, se acomoda este y sale de ahí, fuera en ese pasillo exhala, no quiere dejarla y por extraño que parezca cree que debe quedarse, que simplemente no tiene que apartarse, tiene la necesidad de ingresar otra vez pero se contiene porque cree que exagera, que esa angustia que siente se debe a esos ojos que ya lo gobiernan, se queda quieto y suspira, luego de unos segundos baja por esos escalones...

RENACER Donde viven las historias. Descúbrelo ahora