El rostro de la depresión #2 [✓]

Capítulo 8

"La violación te partirá por la mitad pero no terminará contigo"

— Rupi Kaur.

▫️▫️▫️

Le coloco seguro a la puerta y corro hacia el baño para arreglarme, no sé porque pero tengo ánimos para ir a esa fiesta, sobre todo porque Sky irá conmigo, al menos así no me sentiré tan sola. Miro la ropa y frunzo el seño, no estoy segura de llevar la ropa que antes me ponía, es muy provocativa, no quiero que los hombres vean que es una invitación para que me toquen. Antes no solía pensar tanto de esa manera, no hasta que él abuso de mí y me dijo que yo había tenido la culpa por vestirme provocativa.

Yo tuve la culpa.

Trato de decirme todos los días de que yo no tuve la culpa, que él es el único culpable, pero su voz se repite en mi cabeza conveciendome de que yo soy la única culpable. Suspiro y seco las lágrimas que salen, tengo que superar todo lo que me ha pasado y seguir con mi vida, es la única opción que tengo, porque si llego hablar nadie me creerá.

Siento como un escalofrío me recorre la espalda al escuchar como tratan de abrir la puerta. Mi pecho sube y baja descontroladamente, trato de jalar aire por mi boca, pero es imposible, el miedo me controla por completo haciendo que me quedé congelada en mi lugar.

No, otra vez no, por favor.

La puerta del baño está cerrada, sin embargo, puedo escuchar como tratan de abrir, se escucha el sonido de la manilla siendo movida por alguien. Las lágrimas comienzan a salir y lo único que logró hacer  es colocar mi mano sobre mi boca para que no escuche nada, el ruido me aturde y es lo único que escucho, la manija y los empujones a la puerta. Y después, un completo silencio que me hace contener el aire, espero unos minutos, y nada, ya no hay nadie queriendo intentar abrir la puerta.

Me apresuró a darme una ducha rápida, aún con el miedo impregnado en mí, mi cuerpo tiembla y no sé si es por el agua fría o por el miedo. Al salir me cambio y me veo en el espejo, me acerco demasiado tratando de ver mi rostro, puedo tener puesta mi ropa de antes pero ese rostro ya no es el de antes, mi rostro está pálido y tengo unas ojeras grandes y en ellas hay pequeñas quemaduras, aquellas como yo les digo y he escuchado que así les llaman se deben a que cada que lloro me seco causando que mi piel se lastime.

—Necesito que bajes —escucho que dice mi madre, su voz se escucha lejos.

Seco mi cabello y antes de salir de la habitación cojo una sudadera grande para que no puedan ver la blusa que traigo puesta. Al bajar me detengo en seco al ver a mis padres, hermano y a mi... Tío. Por un momento me siento incómoda al traer puesto un pantalón que me queda ajustado. La opresión en mi pecho aparece y por más que respiro hondo no desaparece.

—La señorita Jen —se acerca a mí y toca mi mejilla con cariño, mi cuerpo se estremece con su solo tacto—. Que linda está mi sobrina.

Me obligó a sonreír para no ser tan irrespetuosa. Doy un paso hacia atrás sin que nadie lo noté, no quiero que esté cerca de mí. Miro el reloj grande que se encuentra en la pared, aún es temprano, todavía tengo tiempo.

—Vamos a la sala para poder conversar —dice mi padre.

Todos caminan hacia la sala, no quiero ir, sin embargo, me obligó a caminar para ir con ellos aún cuando solo voy a estar escuchando porque no tengo permitido hablar cuando están conversando las personas mayores, es algo que siempre me han dicho mis padres.

—¿Y qué te trae por aquí?

—Solo quería venir a ver a mi hermana. 

—Últimamente vienes muy seguido —comenta mi padre.