Capítulo 16

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"La vida se va muy rápido si de vez en cuando no te detienes y la miras, te la puedes perder"

— John Hughes.

▫️▫️▫️

Estoy cansada.

Mi cuerpo duele.

Y mi mente como siempre me atormenta. El miedo me invade y me siento tan pequeña sin saber que voy hacer con mi vida, ahora ya no me siento valiente. Tengo mucho miedo pero me estoy obligado a soportar todo el dolor que llevo dentro. Y me duele sentirme tan cansada y rota sabiendo que trato de dar lo mejor todos los días y que no es suficiente.

Mi tía Mia no deja hablar sobre su vida después de irse a vivir a otra ciudad, ya es otro día y me aterra tener que volver a mi casa así que cuando mi tía me dijo que desayunará con ella acepte sin dudar. Su cabello rubio está suelto y tiene una sonrisa grande que ilumina todo, sus manos se mueven cada que habla, ella parece tan feliz que me doy cuenta que mi madre nunca lo ha sido, ellas son iguales y a la vez tan diferentes.

—¿Por qué te fuiste?

—Por mis padres —su sonrisa se borra de inmediato—. Ellos me corrieron y me sacaron de sus vidas porque yo no era la hija que querían así que preferí irme antes que soportar su desprecio.

—¿Dolió?

—Dolió como una mierda pero tan bien fue lo mejor porque a veces es mejor dejar ir por tu salud mental aún cuando implique alejarse de personas que amas.

—Pero el amor lo puede todo, estar rodeada de personas que amas lo hace menos doloroso.

—A veces el amor no es suficiente, cariño.

—Pero... 

—No puedes estar con personas que tú amas pero que te dañan y tampoco estar con alguien porque terminarás dañandolo.

—No es justo —susurro.

—Es la parte dolorosa de sanar las heridas.

Muerdo mi labio y respiro hondo llenando mis pulmones de aire consiguiendo que duele un poco menos. Mis manos temblorosas sudan al pensar en que pasaría si yo me fuera lejos de mi familia, no quiero hacerles daño pero tampoco quiero que ellos me lo hagan.

Mi tía coge mi mano y miro nuestras manos tocándose pero no siento miedo, solo siento paz y me da fuerza para seguir.

—Un día despertarás y ya no dolerá tu corazón, ya no dolerá nada, ya no gritará pidiendo ayuda. Y entonces te darás cuenta que ya todo termino y que por fin haz dejado todo atrás.

—No sé como mi madre te odia si eres una gran mujer —murmuro.

—Ella odia todo aquello que piensa diferente a ella.

—Mi madre... Ella lo prefiere a él —susurro al borde del llanto.

—Es tu madre y debe pensar primero en ti —su mano da un apretón a mi mano que me eriza la piel pero no digo nada.

—Ella solo vive para su esposo.

—Se como te sientes porque yo también sufrí cuando ví que mis padres le daban todo el amor a ella.

—Lo siento...

—Tranquila, ya pasó —sonrie.

Seguimos desayunando. Por mi parte trato de desayunar bien sin que mi tía se de cuenta que hace mucho que para mi la comida se volvió algo que es imposible de comer, mi garganta se cierra cada que intento probar bocado y siempre prefiero fingir que he desayuno, de igual manera mis padres nunca se dan cuenta. Tal vez es por eso que me siento cansada, con asco todo el tiempo.

El rostro de la depresión #2 [✓]Where stories live. Discover now