Capítulo 17

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"El sufrimiento del ser humano es tan silencioso que ni el mismo se da cuenta de que está ahí presente"

— Jean D.

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Mis mejillas están rojas de la vergüenza después de escuchar como mi tía y Lucas hacen comentarios después de haberme encontrado cerca de Alex, ahora mismo estamos yendo hacia mi casa y debería estar sintiendo la opresión en el pecho pero con ellos es imposible porque me hacen olvidar todo lo que está pasando.

—¿Ya son novios?

—No —susurro.

—¿Por qué no?

—No estoy lista para una nueva relación.

—Okey.

—Estoy seguro que el te quiere demasiado.

—Pero ya oíste que ella no está lista. Creeme que de nada sirve que los dos se quieran pero que uno de los dos no esté emocionalmente bien, para estar alguien se necesita estar sano sin ninguna herida.

Y yo, estoy rota. No estoy herida, estoy rota y es algo mucho más difícil de curar.

Ninguno vuelve hablar y nos concentramos en escuchar la música que tiene puesta Lucas. El aire golpea mi rostro y respiro hondo cuando mi mente comienza a pensar en lo que va a pasar cuando llegue a la casa. Y cuando por fin estamos en frente de la casa mis manos comienzan a sudar y solo quiero decirle a mi tía que me lleve con ella y no me deje en este sitio, no quiero estar sola y tener que encerrarme y pasar toda la noche despierta.

—¿Cuando te irás? —es lo único que digo.

—En un par de días —me dice—. Piensa bien lo que harás.

Asiento y me despido de los dos prometiendo que mañana nos volveremos a ver para pasar una tarde juntos. Es raro, hoy no fui a la escuela y al parecer a mis padres ni siquiera les importo porque no dijeron nada y espero que ahora que llegue no lo recuerden. Ahora estoy más perdida que nunca porque no se que es lo que haré con mi vida, una parte de mi quiere seguir siendo una sobreviviente y poder superar todo pero está la parte rota, aquella que solo quiere romperse a llorar y no hacer nada con su vida.

Entro a la casa y escucho el ruido de la televisión, veo a mi familia viendo deportes, los tres juntos disfrutando de un momento en familiar. Después de todo soy yo la que sobra en la familia aunque nunca había querido admitirlo hasta el día de hoy, mi padre nunca me ha querido como quiere a August y me duele saberlo porque yo no tengo la culpa de ser mujer y que él me vea como una débil. 

—Por fin te dignaste a venir a tu hogar —dice mi padre.

Muerdo mi mejilla por el interior al escuchar hogar, este lugar jamás volverá hacer mi hogar. No pude ser mi hogar cuando fue aquí donde me rompí tanta veces.

—Ajá —emito.

Mi madre me observa por unos minutos como si tratará de ver más allá. Mi madre es una mujer que quiero pero también me hace daño, los padres a veces pueden causarte tanto daño con su desinterés o sus comentarios. Me preguntó si alguna vez se le cruzó por su mente que puedo estar sufriendo.

—Espero no hayas aprendido cosas de tu vulgar tía —habla nuevamente mi padre.

—Ella solo me cuido como ustedes nunca lo harán —me atrevo a decir.

—Deja de decir estupideces, nosostros somos tus padres y nos debes respeto.

—¿Y cuándo me darán ese respeto a mi también?

El rostro de la depresión #2 [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora