Capítulo 19

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"Por fin, después de tantos llantos, después de tanto sufrimiento, pude encontrar aquel lugar donde mis heridas eran abrazadas y no juzgadas".

— Sofía Martínez.

▫️▫️▫️

Abro mis ojos poco a poco aunque mis párpados pesados no ayudan mucho. La luz del día que entra por la ventana me recibe, miro hacia todos lados y solo veo paredes blancas lo cual me hace recordar lo que pasó a noche. Mi cabeza duele y mi corazón da un brinco por la angustia de saber que tendré preguntas y reclamos por lo que hice. Ahora mi familia me verá como una loca pecadora que intento quitarse la vida, mi familia piensa que una persona que se suicida es una cobarde que merece el infierno por lo que hizo. Pienso que es injusto ir sufrir en ambos lados, esa persona que se suicida sufrió en vida y sufrirá en el infierno por lo que hizo.

Y yo estaba apunto de cometer un error. Lo peor es que ahora tengo que dar explicaciones de por qué trate de hacerme daño, porqué me tomé todas las pastillas.

La puerta se abre y entran mis padres, los cuales me hace sentir la opresión en mi pecho porque se perfectamente lo que se viene. Detrás de ellos viene mi tía Mia quien parece más preocupado que mis padres. No me da tiempo reaccionar antes de que mi madre me de una bofetada. Y me duele, no su golpe sino que sea ella quien me haya dado la bodetada.

—¿En qué estabas pensando cuándo te atreviste a tomar de esas pastillas?

Abro la boca y la cierro sin saber que decir, solo tengo ganas de llorar. Mi tía Mia se acerca a su hermana y le da una bofetada fuerte que le deja la mano marcada en la mejilla.

—No le vuelves a poner una mano encima a mi sobrina —dice con tanta frialdad como puede—. Serás muy su madre pero no tienes el derecho de tratarla de esa manera porque estoy segura que ustedes son los culpables de que ella trata de suicidarse.

—No hables del suicidio como si fuese cualquier cosa —dice mi padre.

—El suicidio no es cualquier cosa pero también hay que tener en claro que se debe de hablar sobre ello y no evitar hablar del tema, porque cuando quieres ayudar ya es demasiado tarde.

Un par de lágrimas bajan por mi mejilla y respiro hondo buscando minimizar el dolor que siento.

—El suicidio es para gente estúpida que no sabe enfrentar los problemas.

Mi tía cierra los ojos por un momento, parece que está tratando de controlarse.

—No me hagas darte una bofetada a ti también.

—Solo estoy diciendo la verdad.

—¡Solo estás diciendo estupideces!

Mi padre aprieta sus puños y me echa un vistazo, con esa mirada como si yo fuese insignificante.

—¿No pensaste en lo que iban a decir las personas de nosotros? Todo mundo diciendo que nuestra hija se suicido.

—Perdón se me olvidaba que a ti solo te importa lo que la gente dice.

—Somos una familia respetable, y no voy a permitir que tú arruines todo con tus tonterías, ¿Por qué no puedes ser más como tu hermano? 

—¡Ya, basta! —grito llorando—. Ya estoy cansada de tus malditos reclamos, yo jamás te he reclamado que no seas un buen padre.

Mi padre está apunto de hablar pero mi tía se acerca a mí para luego mirar a mis padres.

—Necesito hablar con ella —dice.

El rostro de la depresión #2 [✓]Where stories live. Discover now