Capitulo 16

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- Roberta, esta es mi sobrina...
- Me llamo Lupita - interrumpió la joven -. Fui a recibirte al aeropuerto, pero seguramente no me recordarás. Estabas prácticamente inconsciente.
- Recuerdo tu voz - sonrió Roberta, contagiada de la simpatía de la muchacha.
Roberta volvió a sentir la embarazosa sensación de no conocer nada acerca de Diego. Era la sobrina de Diego. Podría tener docenas de sobrinas.
- Roberta tiene que descansar. Es mejor que no le hables mucho - le advirtió Diego.
- Lupita se puso colorada, obviamente avergonzada por el comentario que ponía en evidencia su verborrea.
- Pero me gustaría mucho tener un poco de compañía - protestó Roberta
- ¡Asombroso! Pensé que serías mayor. O tal vez seas mayor de lo que aparentas. ¿Qué edad tenes? - preguntó Lupita.
- Lupita... - dijo Diego.
- Veintidós.
- ¿Te casaste a los diecisiete? - Lupita abrió los ojos grandes de asombro y miró a su tío.-¿Y vos estás de acuerdo con mis padres en que diecisiete años es poco para salir seriamente con un chico? - le preguntó molesta.
Roberta reprimió una risa al ver el gesto de Diego avecinando una tormenta, y salió en ayuda de la graciosa adolescente, cambiando de tema.
- Hablas inglés perfectamente, Lupita.
- Voy al colegio en Inglaterra. Me hubiese gustado saber tu edad. Te hubiese ido a visitar y te hubiese conocido hace años...
A pesar de lo que todo el mundo decía.
Entonces Diego dijo algo en griego. Lupita se puso rígida, y su hermosa cara se tensó al mismo tiempo que bajaba la cabeza.
- ¿Qué habría dicho la familia Bustamante de la esposa de Diego, a quien no conocían?
- No dejes que te canse - dijo Diego resignado, yendo hacia la puerta.
- Los hombres son un poco pesados, a veces - murmuró Lupita, y luego le dedicó una risita a Roberta.
- ¡Tenes razón! - dijo Roberta riéndose, al mismo tiempo que se daba cuenta de lo deprimida que había estado hasta la llegada de Lupita.
- Me ha costado convencerlo para que me dejara venir a verte. Diego siente siempre pena por mí por el aburrimiento que sufro cuando vengo a ver a mi familia en vacaciones.
- Supongo que todos tus amigos están en Inglaterra...
- ¡Oh! No es eso. Es que en mi familia son todos unos viejos. ¡Viven en el siglo pasado!
- ¿Tus padres?
- Bueno, me parece que son los más jóvenes. Algo más de cincuenta años...
- ¿Los más jóvenes? ¿Tu madre, osea la hermana de Diego, es tan mayor?
- Y sus otras hermanas son aún más viejas. Mi abuela tiene alrededor de setenta, o un poco más.
Roberta siempre había pensado que Diego sería el mayor de sus hermanos. Pero parecía que había sido un hijo tardío. Era extraño
que hubiese una diferencia de mas de veinte años entre hermanos.
- Si hubiese sabido cómo eras... tenía mucha curiosidad por conocerte.
- ¿Por eso me fuiste a recibir al aeropuerto?
- No. Eso era para decirte que eras bienvenida. En mi opinión la familia te ha tratado muy mal.
Roberta sorbió el café.
- Yo...
- Y vos tenías entonces la edad que yo tengo ahora - continuó la chica, mientras se levantaba de la cama e iba hacia la ventana -. Yo me hubiese sentido muy mal si la familia de mi marido no hubiera querido saber nada de mí... ¡me hubiera dolido
mucho, y hubiera estado furiosa con ellos!
Por lo que parecía, Diego no la había mantenido alejada de su familia por propia decisión, sino que su familia la había rechazado. Pero ella no sentía ni pena ni furia. Pero su matrimonio no había sido normal. No debía preocuparse por algo como la falta de interés de su suegra, o su distancia hacia ella. Tenía cosas más importantes en qué pensar. Pero se alegraba de no ser una extraña para ellos...
- No estoy furiosa - dijo secamente.
- Pero era tan injusto... No tenías la culpa de que Diego se enamorase perdidamente de vos, y dejase a Lola Fernández.
Quiero decir, que hubiese sido peor que se enamorase de vos después de que se hubiese casado con ella.
Por suerte, Roberta se libró de contestarle, porque una empleada entró para dirigirse a Lupita.
¡Dios! ¡Mi madre al teléfono! - protestó la joven -. Seguro que no hará ninguna pregunta, pero intentará sacarme toda la información que pueda sobre vos. Ella adora a Diego... frunció el ceño, y por primera vez se fijó en la palidez de Roberta -.
Deberías dormir un poco. Se te ve cansada. Te veré luego.
" Increíble ", pensó, después de oír semejante revelación. Y sintió también que empezaba a salir de su estado de aletargamiento. Entonces se mordió los labios, para evitar un grito de asombro.
Roberta no salía de su asombro. Diego y Lola, Lola y Diego. Hacía cinco años habían estado a punto de casarse. Hasta que el padre de Roberta había intervenido en la elección. Sintió vértigo ante el significado de este hecho.
Lola y Diego eran amantes. ¿Por qué insistía en que ella siguiera siendo su esposa? ¿Por qué había rechazado su
propia libertad? ¿Por quería casarse con Lola? ¿O estaba satisfecho con mantener a la buena doctora como amante? Una amante que no se reprimía en presencia de su esposa
Roberta se estremeció. No había nada en el juramento hipocrático que impidiera semejante comportamiento. ¡Ahora comprendía por qué Diego no había querido decirle todo lo que le había costado su boda con ella.......

Matrimonio Diferente •TERMINADA•Where stories live. Discover now